Fue Francis Bacon (1561-1626) quien, en uno de sus Ensayos, hizo famosa la frase ‘Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña’, palabras que puso en boca del profeta cuando éste se dispuso a predicar a una multitud y pidió a la montaña que se acercara para hacerlo desde la cima y que todos pudieran escucharle. Al ver que no lo hacía, que la montaña no se acercaba, pronunció la famosa frase y fue él quien se acercó a ella. 

De este mensaje se pueden extraer varias conclusiones, pero la principal, sin duda, es que no es conveniente quedarnos quietos, sin hacer nada, esperando a que se mueva la montaña y venga hacia nosotros, sino que para alcanzar aquello que ansiamos y deseamos hay que moverse y salir a buscarlo. Lo que Bacon nos quiere decir es que las oportunidades de éxito no llegan solas a casa. Hay que tomar la iniciativa e ir a por ellas. Debemos luchar por lo que creemos sin darle cancha alguna al lamento por no haberlo intentado siquiera.

Y esto es lo que pensaría nuestro jovencísimo paisano cacereño, Alberto Ginés López, flamante primer campeón olímpico de la historia en escalada deportiva en las Olimpiadas de Tokio 2020. Con tan sólo dieciocho años ha conseguido la medalla de oro en su deporte preferido. Sin duda alguna, él no esperó a que el triunfo le llegara a casa. Literalmente, la montaña no le llegaba para entrenar a su Cáceres natal, ni a su región extremeña, ni siquiera a su propio país. 

Se vio obligado a cruzar las fronteras que le llevaban al lugar donde las infraestructuras e instalaciones adecuadas le permitían entrenar, a pesar de los kilómetros de distancia que tenía que recorrer, acompañado de su padre y de su entrenador David Macià. Con sólo diez años le conoció y siguió con la aventura de la escalada que comenzó con su progenitor, desde los tres años. Fue éste quien posteriormente entabló amistad con el gran entrenador Macià y ahí fue donde, verdaderamente, prendió la mecha que le ha conducido a brillar, con el color del oro, a los pies de la llama olímpica de Tokio.

Las habilidades y capacidades súper especiales de un niño, se proyectaron después en un joven, que empieza a ganar ya el campeonato juvenil de Europa en el año 2018. Si el deporte de élite requiere un entrenamiento continuo en unas buenas instalaciones, y así y todo entraña y exige un gran esfuerzo y una gran dificultad, más difícil es todavía cuando en tu ciudad, tu región e incluso tu país no existen esas instalaciones donde poder entrenar dignamente. Por eso, sin las infraestructuras adecuadas y con las prohibiciones de movilidad por la pandemia de la Covid19, el éxito de Alberto en las Olimpiadas de Tokio 2020 se hace aún más grande.

Él dice que su éxito pleno se alcanzará cuando vea que, tras su logro olímpico, al menos diez personas se aficionen a hacer escalada. Cuando se le pregunta a quién dedica su medalla de oro, dice que a todos los sanitarios que han luchado y se han esforzado para salvar la vida de tantos hombres y mujeres. Ése, dice, es el mejor y mayor esfuerzo que se puede hacer. Su humildad y generosidad hacen, aún más grande, la victoria de nuestro joven Alberto, digno ya de admirar por todo el mundo y, sobre todo, por la juventud que luce nuestro campeón, se convierte en un gran ejemplo para todos nuestros jóvenes, quienes, como él, ya no van a esperar nunca a que les venga a ellos la montaña, porque serán ellos, a pesar de todas las dificultades que se presenten, los primeros que salgan a buscarla.  

*Exdirector del Instituto Ágora