Anda el gobierno descorchando el champán y regando sus actos propagandísticos con confeti porque hemos llegado al 70% de población vacunada. Sánchez, que se ha pasado sesteando medio verano en los palacios presidenciales, después de la sangrienta escabechina con que se zafó de varios miembros su gobierno, va ahora presumiendo de la consecución del reto abrazándose a las ancianas para tratar de abandonar la fama de frío autómata que le persigue. Pero, aunque él, su partido, el gobierno y los medios afines traten de vendernos como un logro esta supuesta inmunidad, cabría recordarles que la vacuna protege, que ayuda a nuestro organismo a defenderse del virus, pero no nos dota de una inmunidad total frente a él. Porque los vacunados también podemos contraer el virus, e, igualmente, podemos transmitirlo.

La vacuna reduce las posibilidades de que acabemos en la UCI o en el cementerio. Pero también es un hecho que está enfermando y muriendo gente con la pauta de vacunación completa. De ahí lo inoportuno de los fastos gubernamentales. Porque la vacuna no se ha revelado como un remedio infalible, sino más bien como ese clavo ardiendo al que casi todos nos hemos agarrado ante la ausencia de otro remedio médico más eficiente. No cabe, pues, complacencia alguna. Y, por ello, deben seguir implementándose las medidas de seguridad y de diagnóstico que, ahora acompañadas por las vacunas, pueden ser más efectivas en la lucha contra la difusión del virus. Pero la relajación instigada por los triunfalistas mensajes gubernamentales no ayuda. Empezará pronto el otoño, y ni las distancias, ni el uso de mascarillas, ni la utilización de geles hidro-alcohólicos, ni la ventilación de espacios, ni la realización masiva de test deberían abandonarse o aparcarse, aunque Sánchez vaya dando muy mal ejemplo abrazándose como un koala a las personas mayores.

Por otra parte, cabe señalar que, aunque ya no existen dudas acerca de la transmisión del virus a través de los aerosoles, sigue sin obligarse a la utilización de medidores de CO2 en interiores, ni al uso de dispositivos con filtros HEPA. Recientemente, se publicaba un informe científico que, también a propósito del virus de la gripe, arrojaba interesantes datos a este respecto. Pero en el gobierno nadie parece haber prestado atención a ello. Hay que entenderlo; no ha de resultar sencillo humanizar a un tipo como Sánchez, ni tampoco borrar la huella de la pésima gestión que ha llevado a cabo el gobierno que lidera.