Qué cambio de panorama en el PSOE extremeño con respecto a hace cuatro años. Entonces a Fernández Vara le salieron dos competidores para liderar el partido y tuvo que batirse en duelo de primarias para hacerse con las riendas. El líder socialista había recuperado el poder en 2015 después de perderlo con Monago en 2011, pero su estabilidad se tambaleaba después de implicarse en las primarias nacionales apoyando a Susana Díaz. En mayo de 2017, dos meses antes de la pugna regional, la bases se habían impuesto al aparato y, contra todo pronóstico, le habían dicho ‘no’ a la vieja guardia y ‘no’ a los barones tradicionales que apoyaban a la lideresa andaluza. Algunos en Extremadura vieron una oportunidad con Pedro Sánchez en el poder de Ferraz para cambiar el escenario regional y moverle la silla al sucesor de Rodríguez Ibarra. Pero al final Vara ganó las primarias alzándose con el 67% de los votos frente al 25,2% cosechado por Eva María Pérez y el 8,9% conseguido por Enrique Pérez Romero. 

Ahora acaba de convocarse un nuevo congreso del PSOE extremeño, que será entre el 22 y el 24 de octubre en Mérida. El miércoles pasado se cerró el proceso de posibles candidaturas. Sólo Guillermo Fernández Vara formalizó la suya. No habrá alternativa ni contrincantes; no se tendrán que celebrar primarias y Vara podrá afrontar su quinto mandato y gozar de las mieles de un partido que, a fecha de hoy, gira en torno a su persona. Tantos son los apoyos que hasta los sanchistas de antaño andan apresurados a darles su aval. Los cambios o revoluciones que había que hacer a toda prisa parecen haberse olvidado, lo nuevo y lo viejo se han transformado en conveniencia y ahora Vara es el candidato de todos.

En política existe la máxima de que quien gana unas elecciones manda, pero quien lo hace con mayoría absoluta reina. Con Vara ocurre un poco así después de que en 2019 obtuviera 34 de los 65 posibles diputados. Nadie le tose, entre otras cosas porque es él quien va a designar su ejecutiva, de donde tendrá que salir su posible sucesor cuando llegue el momento. Es una incógnita si será candidato electoral dentro de dos años, en mayo de 2023. Al menos él no se pronuncia ni pública ni privadamente. Si decide presentarse nadie le va a plantar batalla tampoco, pero si opta por echarse a un lado, los aspirantes que haya deberán estar a la derecha del padre. El PSOE ha cambiado mucho, su militancia es quien decide, pero a nadie se le escapa que quien lleva las riendas del partido tiene mucho que decir acerca de su sucesor. Que se lo digan al propio Vara, que lo eligió el partido, pero con el aval indiscutible de Ibarra.

"Existe la máxima de quien gana las elecciones manda, pero quien lo hace con mayoría absoluta reina"

En cualquier caso, quedan dos años para la cita con la urnas. En política es demasiado tiempo. Con Pedro Sánchez en horas bajas, quién sabe qué ocurrirá cuando llegue el momento y si Pablo Casado es por fin alternativa. Habrá que saber cómo está Podemos, en caída libre desde la marcha de Pablo Iglesias; también Ciudadanos, en más caída libre todavía desde la marcha de Rivera, y Vox, que por ahora se mantiene pero no se sabe si para apuntalar al PP o fastidiarle dividiendo a su electorado. 

¿Y el PP extremeño? Pues esa es otra historia dado que el partido de la derecha y su militancia tienen que elegir antes de final de año quién los dirigirá los próximos cuatro años, un melón difícil de abrir puesto que su actual presidente, José Antonio Monago, tiene que optar entre seguir mandando o dejar paso a un nuevo liderazgo. Aquí Génova juega un papel fundamental, debe sopesar qué es más importante: experiencia o novedad. Son muchas las voces que apuntan al alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, como posible sustituto, pero hoy por hoy Monago sigue queriendo jugar la partida y ya veremos.

En los próximos meses se deberá estar más que atento para ver qué escenario se presenta. Es la política de los partidos, sobre la cual giran los nombres y las personas. Es una forma de alcanzar el poder o conservarlo, los partidos como maquinaria o instrumento de poder. Toca armar la estructura de los próximos años y todos quieren jugar sus cartas.