El Consejo de Ministros ha dado luz verde al proyecto de la nueva Ley de Formación Profesional, con la intención de transformarlo, modernizarlo y adaptarlo a las salidas laborales de nuestros jóvenes, y sí, era absolutamente necesaria, y sí, no es una mala ley. Salvo aspectos puntuales y conscientes de que la premura y los tiempos no hayan sido los aconsejables, así como toda la participación o negociación que a todos nos hubiera gustado, básicamente es una buena Ley que adapta la realidad laboral y formativa de nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, a las necesidades del mercado, y por tanto, a una salida profesional y laboral que necesitábamos. 

Recuerdo que algunos ilustres de nuestra región, en educación, aunque vinculados a un concreto partido político, me critican simplemente por opinar en contra de leyes, decretos, instrucciones y actuaciones a las decisiones y actuaciones adoptadas tanto por el ejecutivo nacional como el regional a nivel educativo, otros ilustres ya lo hicieron estando en la oposición y de signo contrario. 

No respiren tan hondo, los unos y los futuribles, lo seguiré haciendo cuando vayan en contra de lo que considero los intereses de nuestros docentes y de la educación pública, pero también y cortésmente les afirmaba a todos a ellos, que cuando dichas decisiones fueran loables, actuaría exactamente igual, con loa, pues aunque alguno no lo crean, todavía existen profesionales ajenos a los intereses políticos de unos y de otros.

En fin, me gusta la futura Ley de Formación Profesional, quizás porque esta vez se han dedicado a lo que se debe de dedicar una ley de educación estatal, a la formación y a las salidas profesionales de nuestros jóvenes, sin vinculaciones ideológicas y sin rédito electoral. Necesidades, soluciones. Lo mejor de todo es que esta vez sí va acompañada de las ayudas económicas que en un principio parecen necesarias.

Todo es mejorable, no digo que no, y en este caso también, el profesorado. Seguimos a la espera de la inclusión de los docentes de Formación Profesional en el grupo A1. Seguimos esperando la inclusión de los técnicos sin posibilidad a acceder a un grado de su especialidad en nuestro sistema. Seguimos esperando el aumento significativo de plantilla orgánica después de haber triplicado la demanda. Y seguimos reivindicando la competencia académica de nuestros docentes frente a la pretendida valoración a nuestros alumnos por parte de las empresas, esto resta y menoscaba el trabajo y autoridad académica de nuestros docentes que se coordinaban con éstas para valorar conjuntamente un proceso de aprendizaje y formación globalizador que ahora no será valorado en su conjunto.

Todo es mejorable, pero a día de hoy, bienvenida sea la nueva Ley de Formación Profesional. 

*Presidente de ANPE en Cáceres