El domingo pasado, este periódico en el que late el pulso de Cáceres, con el título de ¿Quién dijo que esta ciudad es aburrida? presentaba la crónica del FoodTruck que volvió mágico el parque del Padre Pacífico con un agradable ambiente. 

Parece que la nuestra sigue siendo una ciudad feliz, si después de lo que hemos perdido desde marzo pasado, la felicidad está permitida. A ella contribuye, sin duda, la cultura.

Es Cáceres patrimonio de la humanidad y su oferta cultural empezando por la gastronómica es excelente con Atrio a la cabeza. El Helga de Alvear ha colocado a nuestra urbe en la cúspide del turismo culto, aunque no sé si tanto como el rodaje de Juego de Tronos. 

"Cáceres padece diversos agravios respecto a Badajoz, igual que Extremadura respecto a España"

Cuenta la ciudad con el Gran Teatro y la sala multicines en su arriesgada apuesta constante. La Sala Maltravieso ofrece representaciones de mérito como el divertidísimo Segismundo encadenado del viernes pasado. Periódicamente se realizan presentaciones de poetas brillantes como Hilario Jiménez y Mario Lourtau, por ejemplo, además de conferencias en la biblioteca. Cuenta con una librería nueva, La puerta de Tannhäuser, y otras de raigambre pese a que la pandemia pudo con El ángel azul.

No todo es tan halagüeño. Como usted sabe y sufre, Extremadura y, por tanto, Cáceres no tienen AVE. Ni siquiera un tren digno. Pues bien, así como la ciudad no tiene tren, tampoco tiene orquesta. La tuvo sí, pero ahora la OEx pasa de Cáceres como de la caca y cuando en Badajoz se programan catorce conciertos al año, aquí solo merecemos tres.

Cáceres padece diversos agravios respecto a Badajoz, igual que Extremadura respecto al resto de España. En el caso de la OEx, si usted llama y protesta le contestarán que los conciertos en Cáceres no son rentables. 

Sé que esto es llorar más que predicar en el desierto, pero repudio la mente destructiva e irresponsable que ideó este despropósito y considera que la cultura institucional tiene que ser rentable y aunque la pagamos también los cacereños puede sernos hurtada sin más con el silencio culpable e indolente de las autoridades de esta ciudad.