En todos los medios en los que he trabajado, siempre me han dado una directriz, los suicidios no se publican. ¿El motivo? Que ya bastante tiene la familia con una muerte que en la mayoría de los casos hace sentir culpable a quien rodea al fallecido al plantearse si pudo hacer algo por evitarlo y también porque aún hoy hay un estigma, un prejuicio por aquellos que deciden quitarse la vida y por sus allegados.

Sin embargo, una compañera me dijo hace unos días que el familiar de una persona que se suicidó no entendía ese silencio de los medios de comunicación ante el suicidio, es más, apostaba por darle difusión porque lo que no se conoce, no se difunde, no existe y, si se publican las muertes en accidentes de tráfico, por qué no los suicidios.

Es cierto que hay un matiz distinto. Una cosa es morir por accidente y otra por voluntad propia, sobre todo porque en este caso despierta numerosas críticas entre quienes no conocían las circunstancias de la persona. Pero hemos contribuido a silenciar una realidad aún más de manifiesto con el covid y no debemos mirar para otro lado.

Solo el año pasado, se produjeron casi 4.000 suicidios en España, un 7,4% más que en el 2019. Además, desde el 2008 es la primera causa de muerte no natural en nuestro país, también entre los jóvenes de 15 a 29 años.

No podemos seguir silenciando el suicidio. Hay que contarlo, con respeto siempre y, sobre todo, sin juzgar. Porque ese prejuicio es el que hace que el afectado se calle, que la familia se calle, que se subestimen y se escondan, una vez más, los problemas de salud mental.

Los expertos dicen que se puede prevenir. Normalicemos las enfermedades de la mente, como hacemos con las del cuerpo y desde jóvenes, todavía con más vergüenza a contarlo.

Porque «por cada suicidio consumado hay 20 tentativas» y, por lo tanto, hay tiempo para evitarlo. Hay que facilitar la petición de ayuda y concienciar de que no pasa nada por pedirla porque si voy al médico cuando me duele la garganta por qué no voy a hacerlo cuando lo que me duele es la propia vida.

Los profesionales piden un plan de prevención, formación para no resolver el problema convirtiendo a las personas en zombies y, ojo, no eludamos nuestra responsabilidad personal, eduquemos, apoyemos y ayudemos a quien no ve salida, para que pueda verla. H

*Periodista