Este miércoles, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Una violencia que por desgracia muestra su lado más obvio en las 37 muertas a manos de sus parejas en lo que va de 2021 en España y en las miles de féminas, que a diario, sufren palizas constantes de sus compañeros y viven atemorizadas por ellos. Pero además de estos casos reales e indiscutibles, para aquellos que todavía ponen en duda que sea necesario una efeméride para recordarle al personal esta lacra social, hay que subrayarles que hay otros muchos tipos de violencia contra nuestro género, más silenciosas, extendidas y cotidianas. Llenas de aristas y vericuetos, que castigan a las mujeres en su día a día, que no dejan marcas, pero que nos marcan de por vida, y cuyos tentáculos están tan instalados y asimilados en nuestra sociedad, que para muchos cuestionarlos es puro disparate. 

Y sin embargo, se mueve, como diría Galileo Galilei. Hay muchas situaciones a las que cualquier chica se enfrenta a menudo que son impensables para el sexo opuesto y que son otras formas de maltrato constante. ‘Cargas’ inherentes al género, que para algunos son ‘pequeñeces’, simplemente porque no saben lo que es sufrirlas en carne propia. Plantearse delante del espejo, por ejemplo, si lo que se lleva puesto te puede traer ‘problemas’. Caminar de vuelta a casa tras una noche de fiesta y llevarte instintivamente la mano al móvil o a la llave al escuchar otros pasos en la oscuridad. O sentir que la publicidad, las redes sociales, la industria textil o la cosmética te dicta a diario patrones en los que tienes que encajar, o de lo contrario, buscar espejos ‘alternativos’ en los que reconocerte e ir contra corriente, con todo lo que eso implica. 

Son esos otros ‘golpes’ que encajamos a diario y sobre los que está muy mal ‘despotricar’ en público sin que te llamen ‘feminazi’, los que marcan un camino muy diferente para machos y hembras. Porque cada vez que a una mujer se le pregunta en una entrevista de trabajo si se plantea en el presente o en el futuro tener hijos, se le está condicionando y advirtiendo indirectamente, y eso, señores, también es violencia. Como lo es la pornografía que se consume de forma masiva en internet, sin filtros ni advertencias, que alimenta esas ‘manadas’ cada vez más habituales. O como lo son las letras de algunas canciones machaconas que suenan hasta la saciedad en cualquier emisora de radio. 

Hay muchas maneras de controlar y de anular a una mujer. La pasada semana una jueza le devolvía las riendas de su vida a Britney Spears. La conocida estrella del pop, que está a punto de cumplir 40 años, ha estado durante los últimos 13 bajo la tutela de su padre, que ha controlado en este tiempo todo en su vida, desde su patrimonio, pasando por la llaves de su coche, hasta su fertilidad. La que fuera una de las estrellas americanas más rutilantes de los 90 y los 2000, es el último ‘juguete’ roto que sale a la luz pública. Fue explotada y sexualizada desde que era solo una adolescente por sus progenitores, y ya siendo adulta, ha vivido secuestrada legalmente por ellos sin que el mundo pestañeara siquiera. 

Y es que todavía queda mucho paternalismo en nuestra cultura, que bajo el paraguas de «es por tu propio bien» condiciona y tutela la existencia de muchas mujeres. Control, disfrazado a veces de ‘protección’ que no siempre lleva aparejado las mejores intenciones. Frases como: «A dónde vas así vestida», «Estás más guapa sin maquillar», «Esas amigas que tienes, no te convienen» o «Con quién vas a estar mejor que conmigo», que esconden un sesgo de posesión del que mejor salir huyendo mientras antes mejor.

La violencia no son solo moretones o labios partidos. Está en todas partes, en las miradas, en la cosificación, en el ninguneo, en las generalizaciones, en el lenguaje, en ese ‘date a respetar’, como si en nuestro caso el respeto no viniera de serie por el mero hecho de ser seres humanos. Y lo peor es lo desapercibida que pasa para muchos. Y lo que la silencian y la tapan otros. Por eso hace falta celebrar el 25 de Noviembre, poner el foco y el altavoz en esas voces que quieren recordarle a la sociedad la importancia del compromiso individual, pero también el colectivo, contra este problema social. Porque no es solo nuestro, es de todos.

* Periodista.