De bien nacidos es ser agradecidos y una a menudo se apropia de la gran Mercedes Sosa y sin su voz pero con su entusiasmo repite aquel ¡gracias a la vida que me ha dado tanto! Y aunque la vida no le ha concedido salud de hierro, sí le ha dado dones que no todos tienen. En estos tiempos de afectos endebles, agradece un amor sólido, unos hijos cariñosos y el enorme regalo de ser abuela joven, algo que nunca había añorado hasta que llegó el tiempo de hacerlo, en una época en que abundan los viejos y escasea la chiquillería. Nacen pocos niños y cada uno de ellos es una bendición de Dios en estos tiempos en que no se habla de cremas antiedad sino proedad pero donde se persigue a los provida.

Como se acercan las fiestas y durante años la búsqueda navideña se ha limitado a ropa, complementos, joyitas, libros y zapatos, una, que gozó de la condición de nieta mayor, vuelve a la niñez cuando acompañaba a la abuela a buscar juguetes. Mas en lugar de recorrer las jugueterías de la calle Aragón donde mi abuela La O compraba las muñecas para mi hermana, se sumerge en el mundo de los folletos repletos de juguetes: para disfrutar en familia, a juego con su edad, que cuidan el planeta, made in Spain, inclusivos, peluches, disfraces, fantasía, jugar a ser mayor, pequeños artistas, puzzles, electrónicos, construcciones, acción, jurásic world, sobre ruedas, aire libre, solidarios, y hasta el infinito y más allá.

Cientos de artilugios entre los que una se pierde, aunque se admire por la cantidad de los que bucean en el mundo asqueroso de los excrementos. Y hete aquí que proliferan bebés que hacen caca sólida, que qué asco, por favor, un muñeco de nombre Eructito con problemas de gases, un perro paseo Poo Poo del que hay que recoger sus necesidades, un Pedrete, mono guarrete, que no sabes cuándo se va a tirar un pedo y, para colmo, un juego de mesa infantil que se llama atrapa la caca. Imaginen ustedes.

Es cierto que la vida a menudo es una mierda, pero el mundo de los niños se merece sin duda estar a salvo. También del mal gusto. Y lo firma una abuela rebelde.

*Profesora