Los incidentes de la Mejostilla, con decenas de personas a las puertas del centro de salud cacereño gritando a los sanitarios que estaban dentro «sinvergüenzas», me han hecho reflexionar sobre aquello que decían algunos de que de esta pandemia íbamos a salir mejores. ¿De verdad mejores? Creo que el cansancio pandémico, el hartazgo del nunca acabar de este virus nos ha hecho bastante peores, tanto que hemos pasado de los aplausos a los sanitarios en los balcones todas las tardes a gritarles «sinvergüenzas» a las puertas de su centro de salud, como si los profesionales de la sanidad públicas, esos mismos que atienden las UCIS, vacunan a la gente o hacen test de antígenos por doquier, tuvieran la culpa de algo. 

"Decían algunos de que de esta pandemia íbamos a salir mejores. ¿De verdad mejores?"

Entiendo que una cola de horas desespere a cualquiera, soy capaz de empatizar con la gente que entra en psicosis porque tiene síntomas y quiere saber si se hn contagiado para no transmitirles el virus a su familia, pero no puedo disculpar los gritos y los insultos que he visto y oído en los vídeos que me han llegado a mi teléfono o he visto por televisión. 

Uno no es quien para juzgar a nadie, pero es obvio que si hay que recriminar algo a alguien no puede ser a quien está al pie de cañón. Sinvergüenzas no son los que se exponen a contagiarse en todo momento, máxime si tenemos en cuenta el colapso del sistema de atención primaria con el aluvión de positivos que se han registrado en las últimas semanas, la falta de personal y el cansancio acumulado de los profesionales después de dos años de pandemia y seis olas seguidas. Lo peor de todo es que muchos de los gritos no procedían de gente enferma, eran pacientes que estaban perfectamente pero querían un salvoconducto para pasar una Nochebuena en paz. Ojo, que pueden estar en la cola perfectamente, están en su derecho de demandar un test de antígenos que les ofrece su sanidad porque así se lo han indicado, pero nunca insultar ni montar bulla a quienes no han hecho nada malo ni reprochable, han cumplido de sobra con su jornada laboral y deben descansar porque al día siguiente les espera lo mismo o peor.

"Es obvio que si hay que recriminar algo a alguien no puede ser a quien está al pie de cañón"

Si de algo nos va a valer esta pandemia a muchos de nosotros es para valorar nuestra sanidad de verdad, ser conscientes de lo que tiene este país en la salvaguarda de la salud en general. Una sociedad avanza cuando dispone de servicios básicos de calidad y la verdad es que en múltiples ocasiones la sanidad es el patito feo de los servicios públicos en tanto en cuanto no se le atiende como debiera ni se dota de los recursos y del personal que necesita. 

Es verdad que cualquier gestor público al frente de la Sanidad, sea del signo político que sea, acaba siempre diciendo lo mismo: que la atención sanitaria es un saco sin fondo que se traga todo lo que le eches y más, porque a la salud no se le puede poner precio, si requiere de algo para curar a una persona hay que comprarlo sin preguntar su coste. Por ello, habría que dejar de hacernos trampas al solitario de una vez por todas y pactar de verdad el modelo de sanidad que queremos. Ya hay muchas voces en este sentido ahora que se está negociando el nuevo modelo de financiación autonómica cuando se dice que la Sanidad debe financiarse al cien por cien desde el Estado atendiendo a la idiosincrasia y las peculiaridades de cada territorio. No puedo estar más de acuerdo y no creo que nadie a estas alturas de la película pueda estar en contra de que su dinero, el de sus impuestos, sirva para atender este tipo de prestaciones. Otra cosa es seguir engañándonos y mirar para otro lado cuando lo importante está ante nuestras narices.