El mundo rural está clamando en la calle por su propia existencia, porque está en riesgo la forma de vida de sus pueblos, su cultura y su carácter. Es el gran olvidado frente al apoyo del que se benefician las grandes ciudades. Lo rural tiene que defenderse también de los continuos ataques que está sufriendo por parte del Gobierno de Sánchez; de esto ya hay muchos ejemplos, basados en una estrategia diseñada desde la ideología y no desde la racionalidad, anteponiendo intereses populistas a la cohesión territorial.

Uno de estos ataques va contra algo vital para fomentar el desarrollo de la actividad y la implantación de empresas en el territorio: la conectividad a internet, y la importancia estratégica de llevar la banda ancha a todos los pueblos para aumentar las posibilidades laborales y comerciales. Así lo planteó Rajoy en marzo de 2018, destinando 535 millones de euros para que, en 2021, el 95% de la población tuviera conexión de al menos de 300 megas.

Pero ya a finales de ese mismo año, con Sánchez en el poder, se recortaron las condiciones. Calviño avisó de que la fibra óptica sería de 100 megas; que llegaría al 92% de la población y, ya si eso, para 2023. En una comunidad autónoma como Extremadura, con la mayor parte del territorio marcadamente rural, esto reduce las posibilidades de desarrollo.

¿Y qué me dicen de la parte comunista de este Gobierno? O dicen barbaridades o hacen cosas «chulísimas», que dice Yolanda Díaz que nos pasan desapercibidas a los españoles. De la incontinencia verbal de Garzón ha resultado un ataque a la ganadería dentro y fuera de nuestras fronteras en el que, con chulería, se ha ratificado. Y de la ministra de Trabajo nace un desconocimiento del campo tal que la ha llevado a acusar poco menos que de esclavismo a agricultores y ganaderos, o a proponer una reforma que no encaja con la temporalidad laboral de las cosechas o de ciertos trabajos en el sector agrario y forestal.

El sector verde del Gobierno no se queda atrás. La ministra de Transición Ecológica, la misma que en el gobierno de Zapatero dio luz verde al almacén de gas que provocó terremotos en el mar, hoy protege al lobo antes que al ganado y limita la caza en parques nacionales; pero permite, sin decir ni pío, los desembalses de Iberdrola que han convertido Monfragüe en una ciénaga. Incluyo en este sector al ministro de Agricultura porque está más preocupado por la sostenibilidad ambiental que en trabajar por la rentabilidad de las explotaciones agrarias, asfixiando con obligaciones ambientales a los agricultores y ganaderos con un presupuesto recortado de la PAC y poniendo en riesgo la renta agraria. ¡Vaya elenco!

En definitiva, ante este Gobierno que quiere acabar con nuestra forma de vida rural y lo que ello significa: ¿cómo no salir a la calle a clamar por lo nuestro?

*Ingeniero técnico agrícola y diputada del PP