Ojiplático me hallo desde el jueves. Nunca pude concebir semejante espectáculo en un partido político con aspiraciones de gobierno. Uno puede entender que la política haya adquirido un nivel lamentable a la hora de enfrentarse las diferentes opciones, pero de ahí a que la guerra feroz y a cara de perro se geste en el mismo partido va un abismo y, lo que es peor, que la carnaza y el morbo sea exhibido públicamente en los medios de comunicación en horario de máxima audiencia. Ni ‘Sálvame Deluxe’ ni reality televisivo que lo fundó, Ayuso y Casado (con García Egea de por medio) constituyen el morbo en su grado máximo. Porque no son desavenencias o criterios enfrentados, se trata de acusaciones gruesas y sin filtro retransmitidas en tiempo real. El show está servido y la trama tiene todo lo que engancha a las películas de clase B:celos, espionaje, corrupción, lucha de poder y guerra sucia para derribar al contrario.

Me temo que ninguno de los dos ha medido las consecuencias de esta guerra a cuchillo ni el daño irreparable que le van a causar al PP. La fragilidad del liderazgo de Casado y el atrevimiento de Ayuso han hecho trizas un partido hasta el punto de obligar a la militancia a tener que elegir entre papá o mamá, como si de una guerra pasional que acaba en divorcio se tratara. Lo peor es que la contienda ha adquirido ya unos tintes que solo puede acabar con la aniquilación de uno de los dos contrincantes o, lo que es peor, de los dos a la vez. Porque hasta ahora eran sabidas las diferencias de los dos líderes, los tiritos y las pullas, uno para resistir y la otra para dar el asalto a la calle Génova, pero de la pugna legítima y hasta disimulada se ha pasado directamente a la guerra sin cuartel donde todo cabe.

Aquí de lo que se trata ya es de ganar el relato. Si el hermano de Díaz Ayuso recibió comisiones y si éstas fueron legales o ilegales o si hubo una contratación de una agencia de detectives para urdir un plan con que destruir a la lideresa madrileña haciendo que no llegue impune al congreso regional del PP. Uno acusando a la otra de que en lo peor de la pandemia, cuando se moría la gente en sus casas, permitió que su hermano se lucrarse con un contrato de emergencia y la otra denunciando que la dirección de su partido no es más que una banda de mafiosos cuyo objetivo consiste en destruir la fama y la reputación del adversario. 

"En Extremadura a verlas venir y con un congreso regional del PP nuevamente aplazado"

Las cuentas le salen al PSOE. Sánchez está de regocijo después de semejante escena, pero es que Vox no puede estar más contento, un partido a la derecha de la derecha cuyo freno podía ser Ayuso, ahora, de repente, se encuentra con el campo despejado. El espectáculo de división, con la militancia a las puertas de Génova 13, no deja de ser un caldo de cultivo ideal para implementar la idea de que no hay seriedad ni alianza para plantarle cara al PSOE. Un argumento ideal para los de Abascal que recogen desencanto sin importar la ideología.

Y enExtremadura a verlas venir. Con un congreso regional nuevamente aplazado y un líder, José Antonio Monago, en la puerta de salida, lo que menos interesa a la dirección nacional son unas primarias. Así pues la carrera que habían empezado María Guardiola y Fernando Pizarro por el liderazgo del PPdeberá esperar hasta que pase la tormenta y llegue la calma. El problema es que el impasse dura ya demasiado tiempo y las elecciones autonómicas y municipales son en 15 meses, un tiempo relativamente corto para dar a conocer a un nuevo líder y, lo peor, armar un partido que debe reponerse del desastre y prepararse para combatir al enemigo de verdad.