Mientras aquí nos entreteníamos con la pugna de la calle Génova, el mundo velaba armas por la amenaza rusa a Ucrania. Una vez más, Occidente (evidentemente, Estados Unidos jugando su rol de líder) ha malinterpretado los tiempos rusos como una señal de aquiescencia y no de estrategia. A menudo olvidamos que Rusia está lejos de ser un sistema democrático, aunque haya abrazado la economía de mercado, y el peso de la opinión pública y de la seguridad de su ciudadanía es minúsculo. Ante la razón de estado, sea lo que interprete Putin por ello, hay poco que argüir. En la madrugada del miércoles, Rusia atacaba en la región de Donbass. De momento, centrados en objetivos militares. Pero se hace complicado analizar con calma una posible escalada del conflicto.
Una de las obras claves de la literatura económica es el seminal libro de John M. Keynes ‘Las consecuencias económicas de la paz’. Keynes (tan leído como malinterpretado en las últimas décadas) trataba la paz impuesta a Alemania tras el final de la I Guerra Mundial. Unas condiciones draconianas que, en realidad, eran una catástrofe pare Europa y una invitación a la rebelión para el vencido. El tiempo demostraría que Keynes tenía razón. Porque de lo que hablaba era de la necesidad de no mirar las consecuencias no inmediatas, sino a medio y largo plazo.
Las consecuencias del ataque ruso, claro, son inmediatas. Estados Unidos ha amenazado con una acumulación de sanciones, contando con el apoyo explícito de Europa, que convertirían a Rusia en un paria en la comunidad internacional. Es fácil comprobar que el efecto ha sido, cuando menos, escaso. Es contraintuitivo pensar que a Rusia no le afecte de forma directa esta guerra. Entonces, ¿por qué no da relevancia a las sanciones? ¿Y cuáles serán los potenciales resultados de este conflicto para el resto de Europa?
El primer efecto se ve a simple vista: la guerra en Ucrania supondrá una presión inflacionaria extra. Hay dos elementos, entrelazados con nuestra economía diaria, que se ven afectados directamente por la situación bélica: la energía y las materias primas.
El barril Brent (digamos que el precio de referencia para el petróleo) subía a las tres cifras el jueves, alcanzando los 100 dólares. Lógicamente, esto encarecerá el transporte en los próximos meses, ya que además las grandes potencias de la OPEP mantendrán el suministro controlado, como ya han avisado.
Sobre otra fuente básica de energía, el gas, se mantendrá también la presión al alza. Aunque Alemania busca alternativas al gas ruso, en caso de que hubiera sanciones, y Ucrania ya ha dicho que no cerrará su corredor (dañaría a sus aliados), la dependencia del gas hará aumentar de nuevo el precio del gas. Probablemente, no sea inmediato, pero sí a medio y largo plazo. Los precios a los consumidores europeos seguirán subiendo todo el año, guarden esto.
A China le conviene una Europa necesitada de financiación y romper el posible equilibrio USA-UE
Otras materias primas, como el aluminio, continúan encareciéndose. El aluminio es componente básico de prácticamente un altísimo número de elementos que usamos en nuestro día a día. De hecho, antes de la invasión rusa, Luca Di Meo (máximo ejecutivo de Renault) avisaba de que el estallido provocaría de nuevo carestía de materiales y un nuevo cuello de botella en la cadena de suministros. ¿Mas ejemplos? El trigo y la soja tocaban máximos en la mañana del jueves.
¿Y por qué Rusia no pone en la balanza las posibles sanciones como «moderadores» de su actuación? Porque tiene asegurada la financiación, incluso del conflicto. Los contratos estructurados de compra de energía suscritos con Europa por las dos grandes compañías rusas (una de ellas, patrocinadora de la Champions League) «incentivan» adquirir a precios fijos mientras haya inestabilidad en el mercado. Así que, sí, les financiaremos en los próximos meses.
La otra clave es aún más relevante: Rusia cuenta con el apoyo de China. El gigante asiático, que ya ha sido el triunfador de la pandemia, sigue colocando sus piezas geopolíticas. Sin estar en primer plano, a China le conviene una Europa necesitada de financiación y romper el posible equilibrio USA-UE. No olvidemos además que ambos, Rusia y China, tienen el mismo método de decisión política.
Mientras Occidente siga facilitando la entrada de capital chino y no imponga pactos de reciprocidad, se estará colocando a sí mismo en clara situación de desventaja competitiva. Y todo sin olvidar que hay vidas en juego.
*Abogado, experto en finanzas