La Unión Europea comenzó a ser más unión cuando nos vimos afectados por la pandemia del coronavirus. Con la guerra de Putin, parece que va a ser más unión todavía. Cuando soplan vientos adversos, los países se sienten desamparados y prefieren que las tormentas descarguen bajo la protección de la madre Europa. Los Estados que aún no son miembros sienten la necesidad de integrarse. Georgia y Moldavia ya han formalizado su solicitud. Ucrania clama por su ingreso.

En los países de la Unión Europa ocurre como en todo el mundo: únicamente nos mueve la solidaridad cuando se avecinan peligros. Tras los desastres de los nacionalismos, que llevaron a Europa al enfrentamiento bélico de la Segunda Guerra Mundial, comenzó una etapa en la que los países democráticos se vieron en la necesidad de abogar por una integración económica. Fue la época en que nació el Mercado Común. Esos inicios de asociación con meros fines mercantilistas sirvieron a la postre para mover la conciencia social de muchos ciudadanos europeos que comenzaron a pedir una unión más firme y social. Pero la deseada Europa de los ciudadanos no ha llegado a consolidarse. En tiempos de bonanza los países prefieren navegar por separado, y los populismos y nacionalismos aprovechan para envenenar el espíritu europeo. El barrunto de la idea de una unión confederal produjo el pánico en algunos gobiernos; y así, el Reino Unido, que renunció primero a la unión monetaria, acabó marchándose.

La crisis económica surgida a raíz de la pandemia del COVID-19 y de la guerra de Ucrania ha puesto de relieve que los países europeos en numerosas ocasiones están más interesados en recabar ayudas económicas que en contribuir solidariamente a las necesidades de los otros. La Europa luterana y calvinista desconfía de la Europa mediterránea. Y esa desconfianza, cuando no aversión, continúa incluso en tiempos bélicos. El Norte se opone en estos momentos de crisis a la emisión de deuda pública que reclaman los países del Sur. Algunos políticos quieren ser los gallos del corral. Y ahí tenemos a Macron que intenta liderar la política europea frente a la guerra. Francia tiene nucleares y Alemania depende del gas ruso. ¿Cómo ponerse de acuerdo? La burocracia ahoga el funcionamiento de la UE y no permite adoptar soluciones rápidas que mitiguen los graves problemas del campo o las consecuencias de la crisis económica que sufrimos, problemas agravados por la situación bélica de Ucrania. 

"La única forma de conseguir estabilidad y crecimiento es perseverar en la construcción de la UE"

Aun así, cuando atronan los obuses cerca del Mar Negro, la guerra reordena las relaciones internacionales. Alemania ha modificado su política de posguerra para intervenir en países ajenos con ayudas militares. Incluso el tirón de orejas a nuestro Gobierno por parte de sus socios ha servido para que cambie de estrategia y se avenga a enviar armas a Ucrania. De repente, parece que se ha abierto la espita de la solidaridad.

El proyecto de la UE no se llevará a cabo solo con el aumento de sus miembros. Ni tampoco con pensar que la Unión es necesaria únicamente cuando acechan catástrofes sanitarias o bélicas. Europa debe ser algo más. No puede convertirse en un fiasco en tiempos de paz. Ni debe desmoronarse la idea de un destino común de libertad y progreso cuando los países se sientan seguros. La guerra y la paz son alternativas y, en el contexto de crisis permanentes en que nos movemos, la única forma de conseguir estabilidad y crecimiento para las próximas décadas es perseverar en la construcción de la Europa confederal. 

Para que Europa pueda abandonar pronto este purgatorio, debemos apostar por una UE más comprometida y solidaria. Una Unión consolidada resolverá más fácilmente los viejos problemas de siempre: crisis energética, desempleo, déficit público, emigración, nacionalismos o terrorismo. En todo caso, a pesar de todas las críticas que podamos hacer a esta Unión nuestra, no debemos olvidar que contribuye al rearme moral de la sociedad occidental, apuntala nuestra economía, nos hace relevantes en el mundo y es un muro infranqueable contra las tentaciones totalitarias. Estas verdades incontrovertibles deben mostrarnos el camino a seguir.

*Catedrático de Derecho. UEx