Señalaba Felipe González que la política consistía en gestionar las expectativas de la gente. Por consiguiente, no se trata de huir de las ideologías ya que, pese a que algunos se empeñen en denigrarla, de manera totalmente confundida, todo lo que hacemos en nuestras vidas es política.

A modo de ejemplo, ahora que estamos muy preocupados por las cuestiones internacionales, su tratamiento no puede ejecutarse sin sopesar el estricto cumplimiento de los Derechos Humanos.

Todos tenemos en nuestras retinas las imágenes de los refugiados. De los exiliados. De los inmigrantes. Esa imagen, incluso de los torturados, que una y otra vez nos persigue.

Si nos diera por preguntar el motivo de sus movimientos, la mayoría coincidiría en precisar que lo único que quieren es mejorar su calidad de vida, dado que donde están no es posible. Al menos de momento.

Sólo a un cerebro deshabitado se le puede ocurrir que lo hacen a propio intento y a costa de los demás.

En este sentido, me viene a la memoria la entrevista realizada el pasado fin de semana a un atleta campeón del mundo de pista cubierta. Con su medalla de oro al cuello, reconocía su origen humilde y que su mérito estaba en el trabajo. En creer en que luchando se pueden conseguir los objetivos que se planteen.

Por eso es importante tener siempre retos. Por eso es fundamental mantener una valoración objetiva de los medios que se disponen y de lo que necesitas para poder seguir progresando.

La ilusión, el ahínco, la perseverancia… la pone cada uno.

La indiferencia, la crítica, los obstáculos hacia el que intenta los cambios no pueden impedir las intenciones.

La cuenta de resultados, como en cualquier empresa, dará un saldo positivo a los que no decaigan en el empeño.

Sí, expectativas que precisan de unos responsables públicos idóneos para saber gestionarlas.

*Historiador y diputado del PSOE