Antiguamente, en el ejército, y no hace tantos años como uno pudiera creer, hasta hace casi cuatro leyes educativas, que en España es decir poco, los galones se podían obtener en la escala militar por antigüedad en el cuerpo. Si alguien me dijera que resumiera el nuevo Real Decreto 217/2022 de ordenación y enseñanzas mínimas en la ESO, le diría simplemente eso, sin mayúsculas, y es que un alumno podrá titular soplando velas, incluso mientras las sopla, gastándose cuatrocientos euros en conciertos y videojuegos.

Aunque el ejemplo pueda parecer una exageración, dicha posibilidad puede hacerse realidad, basta con leerse los Artículos 16 y 17 del ya famoso R.D. 217/2022. Imaginemos el peor de los casos, un alumno o alumna repite en primaria por lo que pasa a 1º de ESO con trece años. En la ESO pasará cuatro años, pero también podrá repetir uno más, dieciocho añitos. Excepcionalmente puede permanecer en el cuarto curso un año más, diecinueve. Y finalmente, si aun así y pudiendo suspender materias y/o ámbitos durante siete años, podrá titular en la ESO, pues durante los siguientes dos cursos escolares, es decir, con veintiún años, podrá realizar una «actividad personalizada», que además será según la administración educativa disponga, que viene a ser algo parecido a los docentes proponen y la Administración dispone. 

Además se titulará sin nota media numérica, y eso que es un criterio de acceso a estudios posteriores, incluso alguna demanda de trabajo. Imaginemos ahora una carrera olímpica donde a los corredores de maratón se les dijera que todos van a obtener la misma medalla de oro lleguen cuando lleguen. Seguramente alguno o algunos intentarán ser los primeros, pero olvídense de que esfuercen, realizarán el menor esfuerzo posible para conseguirlo, si como digo quisieran hacerlo, que muchos optarán por andar en vez de correr. Esto es lo que le ocurrirá precisamente a mucho de nuestro alumnado, pues el resultado será el mismo. 

Por mucho Real Decreto que diga que su pretensión es preparar al alumnado para la vida laboral, es justamente lo contrario, y peor para los alumnos de la escuela pública, que es la que aglutina a las familias más desfavorecidas y con menos recursos, pues la que pueda, podrá suplir esa falta de preparación con apoyos extraescolares en estudios postobligatorios.

No, la vida laboral es esfuerzo, y cada vez mayor, el mercado laboral y cada vez más, demanda a los trabajadores mejores cualificados, y contrariamente al espíritu de la norma, le estamos negando a nuestros alumnos posibilidades más que garantizarlas, especialmente al alumnado de la escuela pública.

Del profesorado, inseguridad jurídica ante posibles reclamaciones, y los más que probables problemas entre compañeros con la promoción y la titulación, nuestro motor es nuestro alumnado, y si la desidia campa entre ellos, terminará campando entre nosotros. Esta vez sí, del apoyo de las distintas administraciones educativas será fundamental.

*Presidente de ANPE Cáceres