El consumo de alcohol tiene efectos nocivos para la salud cardiovascular y estas enfermedades son la primera causa de muerte en España. Con estos datos, y enmarcado en una estrategia sobre salud cardiovascular, ¿no sería lo lógico que el Ministerio de Sanidad abogara por reducir el consumo de alcohol? Pues va a ser que no.
Resulta que el Ministerio, en un borrador sobre esta nueva estrategia, incluyó la recomendación de «colaborar con los establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol». De esa coletilla final ha surgido una polémica y un debate porque la traducción de algunos, en su mayoría políticos en la oposición y medios de comunicación, entre otros, ha sido la de que el Gobierno había decidido prohibir el alcohol en los menús de los restaurantes.
La crítica política es más de lo mismo, aprovechar cualquier oportunidad para tergiversar y atacar al contrario, al igual que hacen lamentablemente algunos medios de comunicación y entonces, el rebaño, ese que sigue ciegamente a su partido o su periódico de cabecera, dice amén.
Que nada te estropee un buen titular parece ser el mantra de algunos, aún renunciando al rigor que debe ser la máxima de todo medio de comunicación y, en cuanto a los ciudadanos, hosteleros y clientes, lo mejor antes de criticar habría sido leer el borrador y comprobar que no se trataba de una prohibición, ni siquiera de una petición, sino de una recomendación porque si Sanidad no recomienda no beber alcohol, a ver quién lo va a hacer y porque está claro que en un menú del día el vino o la cerveza sale más barato que fuera de él.
Porque el alcohol se iba a seguir vendiendo, aunque hubiera hosteleros que lo retiraran de sus menús, una cosa no quita la otra, que no les engañen.
Pero ahora, Sanidad ha tenido que quitar la coletilla por la presión y las críticas y lo que hace es recomendar a la hostelería que promueva la dieta mediterránea, sin más. Poco valiente me parece no mantener el compromiso por la salud por un puñado de oportunistas a los que poco les ha faltado para hablar de ley seca. Si el tabaco mata, el alcohol también, pero aquí, de nuevo, la economía manda e ir en contra del sector y de los ingresos que genera es otro cantar.