El Periódico Extremadura

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Pilar Galán Rodríguez

Víctor, in memoriam

Ya no está con nosotros el autor que buscó trascender costumbrismos para crear un Macondo universal

En Víctor Chamorro no hay trampa ni cartón, no hay dobles sentidos. Ni en su presencia ni en su literatura. Yo he visto cómo trata a los lectores, a los alumnos de los talleres literarios y de los institutos. Víctor es un hombre bueno, ahora que parece tan desprestigiado este adjetivo, y un escritor muy  bueno. Cuando le conocí, esperaba encontrarme con un autor envarado después de haber ganado muchos premios, y descubrí un escritor humilde y afectuoso, irónico, sabio, con el humor cansado y lúcido de quien mucho ha leído y mucho ha vivido, y con la conversación inteligente de quien tiene tanto que decir. Y sobre todo, descubrí a un hombre enamorado de la que había sido su profesión, y de las palabras. Y que sentía un respeto infinito por los lectores.

Prácticamente todos sus libros versan sobre Extremadura, con un rasgo común: la denuncia de los males crónicos que han venido padeciéndose en esta región siglo tras siglo. A través de ficciones literarias o apoyándose en documentación, ha levantado la voz una y otra vez contra las actuaciones del poder civil, militar, económico, jurídico o religioso (por lo común, tan bien avenidos) que hicieron recaer sobre buena parte de la población extremeña sufrimientos innúmeros. Algunos títulos son bien explícitos: Las Hurdes, tierra sin tierra, Extremadura Afán de Miseria, Érase una vez Extremadura o Los alumbrados. Los ocho volúmenes de su Historia de Extremadura constituyen un ejemplo rotundo de creador comprometido.Para él es una historia de melancolía que nos ha hecho bastante universales porque nuestro hecho diferencial es haber sido una esponja que se exprime, y que nunca ha sido contra nada ni contra nadie ni una exhibición de un catálogo de carencias.

Siempre ha buscado dejar libros que resistieran el paso del tiempo. "Creo que he escrito en espera de tiempos mejores para la palabra", me dijo en la última entrevista que pude hacerle.

"Yo milito en el compromiso, con el niño ahogado en un cayuco perdido, pero pienso que el luto que esa muerte ha producido en el mundo solo puede ser contado con las mejores palabras de Príamo", me dijo también. Y son esas palabras las que yo quisiera recordar en estas líneas, cuando debiera haber cambiado los tiempos verbales, volverlos pasados, dejar de usar el presente para hablar de Víctor Chamorro, porque ya no está con nosotros el autor que buscó trascender costumbrismos para crear un Macondo universal, el profesor, el hombre bueno, el militante comprometido, el maestro humilde y generoso, el escritor honesto al que me gustaba llamar amigo. 

*Escritora y profesora de literatura

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