El Periódico Extremadura

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Antonio Galván González

desde el umbral

Antonio Galván González

Gustirrinín ético

Es curioso cómo el ser humano busca formas de aligerar el peso de su conciencia o de estimular las buenas sensaciones que, sin duda, le genera la realización de un acto solidario, benéfico o de caridad. Porque, no seamos cándidos ni hipócritas, alguna gente actúa con bondad porque es buena, pero también porque hacer el bien reconforta y, en algunos casos (particularmente cuando hablamos de personajes públicos) porque la bondad tiene buena prensa. Independientemente de las razones que lleven a ello, hacer el bien es infinitamente más recomendable que hacer el mal, tanto por los efectos positivos que esas acciones tienen sobre los demás como porque nos enriquecen en el plano íntimo. Pero, en ese supuesto afán por hacer el bien, el ser humano yerra, a menudo, recorriendo caminos equivocados, que únicamente le llevan a aliviar inquietudes emocionales o a estimular un egoísta gozo moral. Pensaba en ello a propósito del triunfo de Ucrania en Eurovisión. Los múltiples jurados de los distintos países no habían situado a la banda ucraniana ‘Kalush Orchestra’ entre los principales favoritos para alzarse con la victoria en el festival. Sin embargo, cuando se recontó la puntuación obtenida en el apartado del voto popular, los ucranianos escalaron suficientes puestos como para situarse en la cúspide de la clasificación.

¿Por qué el público votó masivamente a los ucranianos cuando el dispar criterio de jurados de tan diversos países no había encumbrado a ‘Kalush Orchestra’? Pues puede que, en parte, fuese porque a la gente le gustó ‘Stefania’, el tema musical que interpretaron los ucranianos. Pero no es nada descabellado pensar que mucha gente votó a Ucrania para sentir que hacía algo bueno por un país que está sufriendo terriblemente por el asedio ruso. Esto nos devuelve al planteamiento inicial de este artículo, y nos conduce a reflexionar sobre ciertas cuestiones: ¿no es cierto que mucha gente votó para asumir una postura socialmente alabada o simplemente para sentirse bien creyendo hacer algo bueno por un pueblo y una nación que sufren? ¿El criterio musical e interpretativo no deberían ser los que primaran a la hora de votar en un festival como este? ¿Realmente aporta al pueblo ucraniano algo sustancial esta victoria? La crisis humanitaria que sufre Ucrania, como consecuencia de los despiadados ataques de los ejércitos de Putin, es una realidad. Pero los alimentos, la ropa, el dinero, el armamento, los soldados y el apoyo político les ayudarían más en su situación actual que los votos en el festival de Eurovisión. Mucha gente votó a Ucrania para experimentar un cierto ‘gustirrinín’ ético. Pero la solidaridad verdadera con el pueblo ucraniano se puede ejercer de manera más efectiva, si se quiere, por otros caminos más solitarios y bastante menos mediáticos y cómodos.

*Diplomado en Magisterio 

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