El Periódico Extremadura

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Mercedes Barona

Con permiso de mi padre

Mercedes Barona

Una columna de opinión

Prefiero a las personas que van de frente, a las que están sin que las llames, a quienes dialogan y quieren aprender

Hay una línea que separa el respeto y la sumisión. Lo mismo que la hay entre la aceptación y la preferencia. Lo digo porque en estos tiempos parece obligatorio posicionarse sobre cualquier asunto en términos de blanco y negro y sin posibilidad de matices, para que a los demás les resulte más fácil etiquetarte donde consideren oportuno. Líbreme el cielo del afán clasificador de la gente.

Quizás por eso cada vez me cuesta más debatir sobre algunos temas de manera racional sin que alguien me otorgue un adjetivo o me diga que vale, pero que tengo que respetar lo que siente. Sin más. Sin posibilidad de rebatirlo (¿cómo rebates un sentimiento?), porque si lo considera así, no hay más que hablar.

¿A qué viene este rodeo? A coger carrerilla antes de saltar a un charco. Respeto a todas las personas que se lo merecen, independientemente de su origen, color, religión, veganismo o dieta intermitente. Porque decir que respeto a todo el mundo sería falso, típico del buenísimo hipócrita tan en boga por encajar en el molde woke.

No puedo sentir respeto por quien desprecia la vida humana. O por quien inflige dolor gratuito a un animal. O por quien abusa de la debilidad de los otros en beneficio propio.

Sí respeto, por ejemplo, que cada uno ame a quien considere oportuno, incluso que busque sexo con quien le parezca (si la otra parte está de acuerdo), pero sin dar lecciones a los demás y pontificar al respecto. Porque si quieres la igualdad, deberías de dejar de buscar la diferencia para aprovecharte de ella y que te aplaudan y subvencionen por ella.

Respeto el valor de ganar las cosas con el esfuerzo, sin dejar por ello de sentir cierta envidia por quienes se encontraron regalos en su vida. Pero no a costa de mi trabajo o del de los demás.

Respeto la palabra dada, lo que me hace cabrearme a diario con quienes nos representan y creen que lo que recogen las hemerotecas no es suficiente para ponerse colorados.

Respeto que tú te sientas como quieras, hombre, mujer, o ambos, o ninguno, pero no que pretendas que la vida de los demás esté encaminada a lograr tu satisfacción por encima de la lógica y la realidad.

Respeto a las minorías, pero entiendo que no pueden imponer sus criterios a todos los demás, forzando situaciones desquiciantes que serían incluso hilarantes si no fuera por el daño que hacen a muchos y por el dinero que nos cuestan a todos.

Y por preferir, prefiero a las personas que van de frente, a las que están sin que las llames, a quienes dialogan y quieren aprender, a los que viven intensamente y, sobre todo, a los que pretenden irse de este mundo dejándolo un poquito mejor que como lo encontraron.

Recuerden que ésta es una columna de opinión, y ésta es simplemente la mía. Feliz lunes.

*Periodista (@merbaronam)

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