El Periódico Extremadura

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Alberto Hernández Lopo

Extremadura desde el foro

Alberto Hernández Lopo

Una división

Extremadura necesita de una vez un pacto para el desarrollo económico y social

Ocho años después del inicio de su travesía administrativa, acabamos de saber que no habrá aeródromo en Cáceres. De momento. Es la misma vibración que emite la continua promesa de nuestra conexión ferroviaria. Que no es ya una cuestión de alta velocidad (desde mi punto de vista, nunca lo fue) ni de «dignidad» del tren. Sino de generar una verdadera movilidad para la región, una infraestructura real y útil para personas y mercancías. Lo único cierto es que seguimos sin el desventurado tren. De momento.

Volvamos por un instante al asunto del aeródromo. O lo que era la crónica de una defunción anunciada: el proyecto nacía con la advertencia desde la Secretaría del Estado de que la evaluación ambiental simplificada no valdría. La publicación en el BOE de la declaración ambiental negativa sólo es la certificación pública de lo esperable. Parece que desde nuestra administración regional nadie tuvo la feliz idea de pactar con el ministerio competente proceso y posible ubicación para la instalación. Y sólo hemos tenido que esperar la espectacularmente razonable, atentos, cifra de siete años para conocer esta resolución. Ahora, vuelta a empezar. Porque, nos dicen, es sólo un bache en el camino. Una espera. De momento.

¿Se imaginan, «por un momento», que en el ámbito privado un proceso de este calibre pudiera dilatarse tanto en el tiempo? ¿Que se permitieran ignorar las recomendaciones -poco equívocas- de la administración? ¿La inversión que supone casi una década, culminada en una denegación, aún temporal?

¿Cuál ha sido la reacción de nuestros dos principales partidos, los mismos que en estos años de tramitación se han repartido la gestión de gobierno? Echarse las culpas. Los populares, impulsores iniciales del proyecto, ven en los socialistas inacción para evitar que la medalla corresponda al gobierno anterior. El PSOE (que aúna Junta y Ayuntamiento) recurre a que el PP «hizo las cosas mal», mientras buscan raudos nuevas alternativas para terminar como salvadores de la cuestión. Siempre acude el refranero español al rescate: unos por otros, la casa sin barrer. 

Escasa sorpresa, ¿verdad? Siempre que nuestra región ve truncadas sus expectativas de desarrollo socioeconómico, algo que por pura rutina tampoco nos asombra, vivimos el mismo espectáculo. Todo se reduce a una vana búsqueda de culpables, que no conduce a ningún lado.

Porque además la secuencia siempre es la misma: los que están en el mando culpan a los anteriores (ya saben, la herencia) y prometen una rápida solución («por el momento»). Algo que es especialmente pernicioso en una Extremadura que solo ha vivido un breve interregno de gobierno de derecha en cuarenta años de gestión socialista.

Todo se reduce a una vana búsqueda de culpables, que no conduce a ningún lado

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Todo esto, el cruce de declaraciones, la permanente transitoriedad, el agotamiento o el dispendio de recursos públicos, sólo tiene unos perdedores: los extremeños. Vemos pasar las oportunidades como si fueran siempre a surgir de nuevo, como si el tiempo perdido fuera una simple minucia. Nos ilusionan con macroproyectos con dudosa viabilidad de partida, se cierran desarrollos por errores administrativos, se posponen inversiones y ningún capital privado sensato quiere hacer depender su gasto de la seguridad jurídica o administrativa regional (¿cuántos han llegado, quitando restauración o centros comerciales, en los últimos diez, quince años?)

¿Por qué ocurre? Porque a la clase política, generalizando es cierto, le sale gratis. Sus tiempos son los propios de los procesos electorales, y ese es el plazo que manda. Porque si no hay coordinación partidista entre administraciones sospechamos de argucias y palos en las ruedas. Porque la fiscalización del gasto público se centra en potenciales corrupciones y no en la falta de utilidad del gasto público, que no deja de ser otra forma de malversación. Porque la refriega política atiza pasiones y genera adhesiones. Porque, otra vez, les votamos.

Esa es la división entre los intereses de unos y de otros. La región necesita de una vez un pacto para el desarrollo económico y social que diseñe las próximas dos décadas. Necesita discutir en casa lo que pediremos en Madrid, sin importar quien mora sea en Moncloa.

No podemos confiar en ser parte de España, Europa, como una garantía de continuidad. Que siempre existirá la asistencialidad propia de este entorno. Porque el reto de Europa es la preeminencia de los países emergentes, especialmente en Asia. Pero esa es otra división.

*Abogado, experto en finanzas

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