Algunas veces me canso de tener que repetir cosas evidentes. Otras, sin embargo, me digo que es imprescindible seguir levantando la voz, seguir diciendo que así no, seguir denunciando que las cosas no funcionan.

Y podría referirme al precio del gasoil, que sigue subiendo a pesar de que «nos subvencionamos» con nuestros impuestos los 20 céntimos que quieren vendernos como limosna gubernamental. Podría referirme a la destrucción planeada de las fuentes de energía de nuestro país, con el derribo de las torres térmicas, antes de tener independencia con las fuentes renovables. O al silencio de quienes siempre levantan la voz por las víctimas excepto cuando ésas no son de su cuerda política, y entonces son menos mujeres o menos víctimas.

Pero hoy voy a hablar del despropósito en el que se convierte el estado de las autonomías cuando cada una de ellas regula a su aire en materias que, sin embargo, competen a toda España.

Puede que no lo sepan, porque aún no se han dado cifras para infundir miedo y entonces los medios no lo resaltan, pero ha habido algunos casos de rabia en perros en Ceuta y Melilla en los últimos meses, y los Colegios Veterinarios han advertido sobre la posibilidad de aumento de las cifras con la llegada de animales desde el Magreb y de los que traen los refugiados de Ucrania. En España hasta hace unos años la vacunación era obligatoria en todo el territorio nacional, pero las competencias en materia de sanidad animal pasaron a cada comunidad autónoma y ahí empieza el desbarajuste. Porque en algunas, como el País Vasco, Galicia, Asturias o Cataluña, vacunar a los perros contra la rabia es optativo. Teniendo en cuenta que es una enfermedad potencialmente mortal para las personas y animales, ¿cómo se explican que pudiendo prevenir su expansión con la vacuna ésta no sea exigible en todo el territorio nacional? Tendré que leer la nunca suficientemente bien ponderada Ley de Bienestar animal para ver si, además de hacernos castrar a todos los perros, dicen algo de vacunarlos, que eso así que es bienestar para todos, cánidos y humanos.

En otro ámbito aún recuerdo cuando mis hijas tenían un cuadro de vacunación en Extremadura con plazos y fechas diferentes a los de sus primos en Madrid o Andalucía. ¿Es normal que dependiendo de la zona de España en la que naces unas vacunas estén dentro del mismo Sistema NACIONAL de Salud y otras no? ¿Hay impuestos extra en algunas regiones para que gocen de más beneficios sanitarios?

Y si hablamos de la educación, ya me enciendo. No sólo por el crimen que es arrinconar la lengua de todos por debajo de un mísero 25%, sino porque cada cual cuenta la Historia de todos como quiere, delimita el saber geográfico a sus ridículas fronteras autonómicas y cuando llega la EBAU (EVAU en algunas zonas) hay niveles diferentes y exámenes diferentes.

En fin, que las autonomías serían muy adecuadas para atender las condiciones específicas de cada territorio pero se han convertido en 17 estados independientes, con sus normas, sus gastos y sus particularidades que a veces van contra el bien común, tal y como quedó patente en la pandemia.

Y yo, que volvía de un fin de semana feliz y soleado, me voy enfadando al leer la prensa, me pongo rabiosa y acabo por pensar en lo necesario del meteorito y que se vaya todo a la porra de una vez.

*Periodista (@merbarona)