El Periódico Extremadura

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Saturnino Acosta

Encerado y clarión

Saturnino Acosta

Y los días serán más largos

En los ambulatorios, en la panadería, los súper y la oficina, el final de curso ha llegado y ahora con los niños me he encontrado. Abuelos, tíos, vecinos, amigos, campamentos y guarderías y, como siempre, el docente y la escuela pública, principalmente, en el punto de mira. Sin embargo, lo que realmente ha acabado son las clases.

"A estas alturas, se desconocen las cifras globales de cuántos docentes menos iniciarán el curso

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Contrariamente a la creencia popular, los docentes siguen trabajando y seguirán haciéndolo, miembros de tribunal, opositores, equipos directivos, etcétera, pero no es mi objetivo hablar sobre tópicos y típicos, o necesidades sociolaborales de conciliación que no tienen por qué pasar por el calendario escolar ni en nada tiene que ver con la escuela pública, me refiero a que las familias, en general, están tan obsesionados con el carácter puramente asistencial de nuestro sistema que obvian su necesaria complicidad y compromiso con la calidad de la enseñanza. 

Estas familias, repito, por lo general, que ayer asistieron móvil en mano y emocionadas a las graduaciones o actuaciones que con esmero prepararon nuestros docentes, no ponen el grito en el cielo por si «su maestro o maestra» volverá al curso que viene, o si en vez de estar quince alumnos en el aula, están veinticinco, o treinta, o si su centro ya no puede dar apoyos porque no hay docentes suficientes. Tampoco crean que enciendan antorchas por no saber ni siquiera qué materias se van a dar el curso siguiente y con qué libros de texto, pues ni el currículo ha sido publicado, lo peor es que ni los docentes lo sabemos. No, si hay que levantarse en armas y acudir a la alta inspección, que sea por tres días más de conciliación.

Misteriosamente misterioso es el caso de este año, donde a estas alturas se desconocen las cifras globales de cuántos docentes menos van a iniciar el curso escolar en relación al anterior, los famosos recortes, siempre por baja natalidad, pero nunca por la ausencia de iniciativas medidas o soluciones al respecto, que por estas fechas llenan titulares en los medios de comunicación. 

Lo cierto, y lo lamentable, es que la escuela pública, la que educa, forma, crece, prepara e instruye para la vida está desapareciendo con el beneplácito de nuestras administraciones que sólo miran la rentabilidad económica ante la pasividad de sus beneficiarios, alumnado y familias, convirtiendo a sus docentes en administrativos con cada vez más carga burocrática y menos tiempo y recursos para lo que de verdad importa, enseñar.

Mientras las familias sigan preocupándose más del calendario escolar que de la escuela, del número de días más que del número de docentes, nuestros políticos no pondrán remedio, hasta que llegue el día que quizás ni todos tengan escuela pública ni puedan enseñar los docentes, y entonces los días, les aseguro que serán mucho más largos. 

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