El Periódico Extremadura

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Fernando Pulido

Tribuna

Fernando Pulido

Perdón, bomberos, perdón

Quienes hemos estado estos días en los incendios de Las Hurdes y Monfragüe contemplando impotentes las llamas, no tenemos ya tiempo ni espacio para más lamentos o propuestas. Hace mucho que venimos pregonando la necesidad de un cambio radical en la gestión de los montes hacia un modelo (el del mosaico agroganadero y forestal) que hasta ahora no se ha aplicado plenamente a pesar de su sustento en la ciencia actual y en la participación de la población local. Mientras llega el momento, ofrezco este escrito de disculpa a quienes directamente están sufriendo hoy las consecuencias más peligrosas.

Perdón, bomberos, por haceros trabajar en incendios descomunales que no podéis extinguir, y que se apagan sólo cuando colaboran las circunstancias del entorno. Perdón por el infierno vivido en El Cabezo (Ladrillar), uno de los muchos pueblos en que se han ejecutado planes de prevención periurbana de incendios con alto coste pero nulos resultados. Perdón por el estado de abandono de la mayoría de los montes en que trabajáis en estos días, entre los que hay abundantes infraestructuras de “prevención” que no os sirven en condiciones extremas de acumulación de combustible (¡qué os voy a contar que no sepáis!). Perdón por no hacer balance histórico del coste de esas infraestructuras en relación con su eficacia o en comparación con otras alternativas de menor coste y mayor beneficio social. Perdón por divorciar a los habitantes de sus montes a través de una gestión antisocial que lleva a la despoblación, porque eso es lo que ha generado el territorio inflamable en el que os jugáis la vida. Perdón por las veces que hemos dicho "que lo apaguen ellos, que para eso les pagan", síntoma de que definitivamente hemos dado la espalda a nuestros recursos naturales. Perdón por echarle la culpa al clima (no veo que estén ardiendo las dehesas ni los olivares) y centrar la atención sobre los elementos naturales incontrolables en lugar de sobre aquello que podemos cambiar a medio plazo si hubiera voluntad y consenso. Perdón por pretender restaurar inmediatamente el mismo paisaje forestal que nos amenaza y os amenaza, cuando la prioridad está en la prevención mediante cortafuegos productivos y sociales con cultivos o ganado. Y perdón, sobre todo, por no adaptar el marco legislativo al escenario socioeconómico y climático actual.

Un Parque Nacional como Monfragüe no puede jugárselo todo a la carta de la extinción, por muchos medios que haya disponibles, sin antes disponer de un plan de prevención contundente. Y si éste puede tener efectos estéticos indeseables en el paisaje, se deben estudiar alternativas de menos impacto visual pero igualmente eficaces, pues las hay y están sobradamente acreditadas, como es el caso del pastoreo preventivo. Renunciar a ellas en base a posturas maniqueas puede tener costes muy elevados para la propia biodiversidad, como se está demostrando estos días en el extremo oriental del espacio protegido. Pero, además, pone en riesgo extremo a los equipos de extinción, que se la han vuelto a jugar por nosotros y por los valores naturales del Parque. Nuevamente, perdón, bomberos, perdón.

Aunque esto no compense vuestro sacrificio, me consta que las comarcas afectadas ya están organizando sus propuestas, desde la Sierra de Gata a La Vera pasando por Las Hurdes, Monfragüe o el Jerte. Los incendios son el llanto de las comarcas de montaña despobladas hacia sus hermanastras hacinadas. Esta vez será la definitiva: por vosotros, por los evacuados y por todas las víctimas anteriores.

*Profesor del Grado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural de la Universidad de Extremadura (Uex)

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