Este verano, tristemente, los incendios vuelven a asolar muestra tierra: Las Hurdes, Casas de Miravete, Torre de Don Miguel y otros municipios sufren las consecuencias de las llamas. En el caso de Casas de Miravete, los datos son claros: las 400 hectáreas quemadas del parque de Monfragüe corresponden a zona de reserva y a zona de uso restringido. Es decir, los lugares de mayor valor ecológico, esos a los que ni siquiera se puede entrar; donde está prohibido hacer caminos o cualquier actividad, son los que mayor combustible vegetal acumulan por la falta de una gestión sostenible y, por lo tanto, los que arden más fácilmente.
"Todos los veranos ocurre lo mismo. Cuando España arde, se pierde riqueza natural y actividad económica
Todos los veranos ocurre lo mismo. Cuando España arde, perdiendo riqueza natural y actividad económica, se opina, se propone, se promete; pero con buenas intenciones no se salva el monte, es necesario pasar de una vez a los hechos. Los expertos parecen coincidir en esos hechos: la mano del hombre es necesaria. Me refiero a lo que se ha hecho durante cientos de años con las actividades tradicionales agrícolas, ganadera, madereras, etcétera, que no solo han conformado el paisaje sino que han mantenido a la gente en los pueblos. El ejemplo más claro es la dehesa, donde la intervención humana ha conseguido un ecosistema y biodiversidad únicos.
Sin embargo, en el caso de Extremadura, la Junta sigue manteniendo un camino firme del que no se aparta; prefiere un modelo de masas forestales continuas, con un monte tan cerrado que ni siquiera existen caminos y pistas suficientes por donde pasar a extinguir los incendios, y en muchos casos, por las limitaciones ambientales, incluso está prohibido hacerlos. Esas limitaciones llegan también hasta los agricultores y ganaderos cuando piden autorizaciones para limpiar de maleza el monte, entresacar e incluso repasar los cortafuegos; o cuando solicitan cambios de cultivo de forestal a agrario. Todas esas actividades, en numerosísimas ocasiones, son rechazadas por la Junta.
La consejera de Agricultura anunció a bombo y platillo que iba a cambiar la política forestal; que ésta se iba a basar en el modelo mosaico, es decir, en interrumpir las masas forestales continuas con superficie de cultivos, aprovechamiento de pastos, etc. Pero lo que la Junta dice no es lo que luego hace. Si alguien solicita autorización para implantar superficie agraria en el monte, se le deniega sistemáticamente. Adiós al modelo mosaico; solo se autoriza el castaño. El objetivo de la Junta es no perder ni un milímetro de superficie forestal, incluso aumentarla si es posible. Pero luego, los incendios se encargan de arrasar con todo, de gestionar lo que la Junta no le permite hacer al hombre que vive en el medio rural.
Ya lo dijo Vara: «la prioridad es salvar Monfragüe» y ese es el grave problema, que la prioridad no son las personas; el objetivo no es el equilibrio entre el desarrollo del territorio rural y la protección del monte. La prioridad, en definitiva, no es la despoblación.