Me comentan ganaderos y profesionales que esta Feria Internacional Ganadera de Zafra, la de la «vuelta a la normalidad» es una feria de transición. No les falta razón. Pero la ausencia de mascarillas no significa un retorno a la actividad de aquellas grandes ferias en las que había alegría en las naves ganaderas y movimiento económico. Lo cierto es que estas no están al cien por cien de ganado selecto y que los profesionales del campo se lo piensan dos veces a la hora de llevar lo más escogido de su producción a Zafra, pues supone un gasto económico considerable que no siempre se recupera. A esto se le une la situación actual de los insumos, con costes de producción disparados. El ganadero no va solo con su ganado, sino que lo hace junto con sus mayorales. Todo suma. Al final, son un puñado de nostálgicos, ganaderos de raza como José Tello o Mariano García de Diego, entre otros muchos, los que son fieles contra viento y marea a los concursos y subastas. Son los responsables del moderado éxito de la de vacuno de ayer. Se vendieron gran parte de los ejemplares, aunque lejos de las cifras récord de otros años.

Es la última feria de Pedro Ramos como gerente y eso también convierte a la de este año en la última de una era. Ramos, hombre adusto donde los haya, es un conocedor profundo de los entresijos del certamen. Sabe tratar con los comerciantes, feriantes y ganaderos hablando su mismo idioma. Otro rasgo curioso de esta feria ha sido la ausencia de protestas en la jornada inaugural. Es curioso pero ya casi se había convertido en tradición. Y eso a pesar de las consecuencias de una guerra en el ‘granero de Europa’. Quizá sean las halagüeñas perspectivas de la nueva PAC lo que haya templado gaitas o que las organizaciones agrarias se hayan dado cuenta de que no se puede uno instalar en la protesta constante. Tiene razón el alcalde de Zafra cuando pide un estudio económico de la feria a la Uex, el gran termómetro del campo nacional necesita mensurar sus escalas para iniciar un rumbo hacia el futuro. Estar instalados en la nostalgia no hace progresar a la feria como debe.