Opinión | Jueves sociales

Menos luces y más luz

Si por un milagro de esos que solo suceden en las películas soporíferas de después de comer pudiera traspasarse algo de luz de los adornos navideños al interior de algunas mentes, entonces todo cobraría sentido. 

"A este paso, semana a semana, se nos juntarán las uvas de Nochevieja con el calendario de adviento del año siguiente

A lo mejor es lo que persiguen sin confesarlo a los ciudadanos los defensores de este despilfarro que ha comenzado una semana antes que el año pasado.

A este paso, semana a semana, se nos juntarán las uvas de Nochevieja con el calendario de adviento del año siguiente, pero qué más da si el fin es noble. Si solo un minúsculo destello, rojo, azul, amarillo... impactara en los cristales y atravesara primero el salón, luego el pasillo, hasta el dormitorio, y se colara como una chispa de ingenio en la cabeza pensante de cualquier despropósito vigente, podríamos celebrar el verdadero espíritu de la Navidad. 

Menos luces en las calles y más en los despachos, podría ser el lema, por acotar un poco y exculpar a quienes no tienen más remedio que acatar o esquivar lo que nos mandan. 

Donde dice despacho puede ponerse cualquier otro sitio, no vamos a echar toda la culpa a los políticos, votados por nosotros, no se nos vaya a olvidar. 

De los trineos y de los lazos de colores brotarían ideas nuevas que harían germinar la sensatez en el desierto de platós de televisión, en salas de reuniones, en conciertos, en la cabeza de algún supuesto ídolo, como Maluma, que responde a un periodista que solo va a Catar a celebrar el fútbol y no los derechos humanos, que supongo le parecerán una cosa como de pobres. 

También podrían llegar a algunas casas de mesa camilla y brasero donde se sientan padres que oscurecen a sus hijos en vez de hacerlos brillar, e hijos que responden con opacidad a cualquier intento de iluminación.

Sería un milagro, sí, como en las películas soporíferas, solo que luego no tendríamos que despertar y frotarnos los ojos para volver a un mundo donde las bombillas brillan fuera y no dentro, quizá para recordarnos nuestra necesidad de luz. 

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