Opinión | La curiosa impertinente

¡Qué bueno es el presidente!

¡Qué buenas son las hermanas Carmelitas, que buenas son que nos llevan de excursión!- cantaba el otro día a la puerta del colegio un encantador, numeroso, a la par que disciplinado pues ni uno se salía de la fila, y exultante grupo de primaria. Contagiaban optimismo en su candidez inocente de quien todo lo espera todavía y vive un presente gozoso, repleto de promesas. 

"Sánchez parece gobernar no para los españoles sino contra la oposición y de modo infantil

Ayer por la mañana me los ha recordado Pedro Sánchez, que, al anunciar su nuevo paquete de medidas contra la crisis, parecía sentirse él solo las hermanas Carmelitas en su totalidad, merecedor sumo de que el coro de españoles agradecidos, con la misma candidez del alumnado chiquitín y con su mismo sentido crítico, se desgañitara en lo que podría sonar algo así como ¡qué bueno es nuestro presidente, qué bueno es que nos da hasta de comer!

Sin embargo, les faltó a los chiquillos apostillar que las hermanas Josefinas, en comparación, son muy malas, que si por ellas fuera se iban a quedar sin excursión, sin comedor y hasta sin extra escolares. Que eso es lo que le molaría a Sánchez que cantemos los españoles. Porque este presidente nuestro, que inaugura año electoral con sus pretendidas rebajas después de negarse repetidamente a hacer lo que la oposición le pedía, arremete con ocasión y sin ella contra los partidos de derecha, ultraderecha y ultracentro, porque menos mal que estoy yo, que si estuvieran ellos, os ibais a enterar.

Tampoco cantaron los pequeñines la obvia y oscura conjura de hermanas, curas, sacristanes y demás morralla de otros centros que conspiran contra las Carmelitas y solo quieren que abandonen los críos ese colegio para condenarlos sin excursión. Su inocencia les salva aún de semejantes paranoias, pero descuiden, que en cuanto crezcan gozarán de innúmeras oportunidades para adoptar el modo servil que el presidente exige. (A todos menos a Rufián)

Cada vez más, Sánchez parece gobernar no para los españoles sino contra la oposición y de un modo tan infantil y obsesivo que, si no fuera trágico, sonaría a inocentada, precisamente en este día, querido lector. 

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