Opinión | Extremadura desde el foro

Los herejes

Existe un hilo entre la ley de ‘sí es sí’ y el protocolo antiabortista de Castilla y León

Tracemos un hilo común entre la controvertida ley del ‘sí es sí’ y la aplicación del frustrado protocolo antiabortista en Castilla y León. Porque lo hay, aunque podamos imaginar que no es algo que agrade a los adeptos de ambos partidos.

En primer lugar, porque estas iniciativas se han llevado a cabo desde el poder, en posiciones internas de gobiernos en ejercicio. En ambos casos, los cargos impulsores pertenecen a un gobierno de coalición. Escasa sorpresa: su participación no es mayoritaria y dirigen departamentos secundarios dentro de esos ejecutivos, lo que responde a la pura lógica aritmética del peso de los escaños. Con una menor relevancia pública, por tanto, si no hay ruido que hacer. 

En segundo lugar, porque existe una coincidencia, nada menor, en el modus operandi: la prevalencia de la ideología sobre principios asentados de un sistema democrático (a saber, los principios inspiradores de nuestro ordenamiento penal y legislación vigente en el caso del aborto).

¿Por qué actúan así? Desde luego, habrá que creer que es, de partida, por convencimiento. Pero es innegable la existencia de un interés práctico. Ninguna de las dos formaciones, aún no mencionadas, ocultan que las instituciones les parecen herramientas de un sistema caducado. Es decir, susceptibles de un uso «instrumental». Es la asunción de que no trabajan para todos. No buscan un bien general, definido como la conjunción de necesidades y pareceres diversos. El objetivo es, básicamente, la imposición de criterios propios. De hecho, a ambas medidas ha surgido respuesta -cuando no oposición- dentro de los espacios políticos que ocupan.

Digo que hay interés particular porque ellos saben que predican para convencidos («preachingtothechoir»: predicando al coro, muy finos los anglos). La primera lucha de estas formaciones es mantener animada a su base de fieles en función de la agitación de sus principios programáticos frente al «resto del mundo». Saben que ese núcleo proviene precisamente de su ala más creyente. El que debe bastarles para mantener su parcela de poder. Sólo en el caso de que los partidos más tradicionales, por acción u omisión (y porque son los que llevan la carga de la gestión de gobierno), cometan errores, fallen en sus soluciones, generen injusticias, o den muestras de corrupción, entonces lanzarse a explotar ese nicho y capitalizar el voto de los cabreados. El mal funcionamiento institucional, incluyendo la falta de conjunción de los partidos mayoritarios sobre temas indisponibles o de estado, les alimenta.

En esa táctica no caben pactos ni enmiendas. Hay que seguir el camino trazado, incluso cuando la realidad hace patente que tal vía no existe. En las sectas no existe el derecho de rectificación porque nadie puede ir contra la verdad suprema y los liderazgos irrefutables. Los demás, aliados o no, compartan ideología o no, somos herejes.

En ambos supuestos, sus compañeros de viaje se han visto forzados a reaccionar ante una reacción popular claramente contraria a las consecuencias. En el caso de VOX, solamente potenciales. En el caso de Podemos y su empecinamiento en torno a un texto normativo viciado de origen, lamentablemente ya las estamos viviendo.

Obligan por tanto a sus socios a hacer el trabajo sucio y encauzar el error del otro, permitiéndose el lujo de atacarles. Ambos partidos coinciden en la creación de apelativos al partido mayoritario de su «ala» que dejar traslucir su condición de guardianes de la fe verdadera. Pasa cuando a muchos socialistas les espetan que no son parte de la «verdadera izquierda». Ocurre cuando tiene éxito el sambenito de la «derechita cobarde».

Más allá del juego político, la contestación debiera ser la capacidad de encontrar muletas en el otro arco parlamentario

Más allá del juego político, la contestación debiera ser la capacidad de encontrar muletas en el otro arco parlamentario. Si llegan a pactar PSOE-PP para la modificación de la ley impulsada por Igualdad (o simplemente consensuan como sacar adelante alguna alternativa que evite los efectos de la chapuza legislativa) no será más que un ejercicio de responsabilidad.

El riesgo es justo hacer lo contrario. Entender que son espacios electorales que ocupar a base de incrementar la polarización y de romper posibles puentes para acuerdos de gestión.

Ese parece el escenario actual, pero harían bien los partidos mayoritarios en entender que los fuegos de artificio y la pendencia mediática no son más que distracciones. Encuestas aparte, en la moderación nos situamos más. Muchos más.

*Abogado, experto en finanzas

Suscríbete para seguir leyendo