El Periódico Extremadura

El Periódico Extremadura

Antonio Galván González

desde el umbral

Antonio Galván González

Revisitar

Cuando volvemos adonde estuvimos y fuimos felices, no siempre se produce una caída de caballo

Escribió Sabina “que al lugar donde fuiste feliz/ no debieras tratar de volver”. Y uno está al tiempo de acuerdo y en desacuerdo con esos versos del cantautor. Porque el regreso a esos sitios nos lleva a contemplar con una mirada actualísima lo que cautivó a unos ojos con una óptica más joven. Y, a veces, en ello radica una decepción presente que acaba por sepultar una memoria dulce del lugar, del acontecimiento o de la experiencia. La forma en que miramos e interpretamos la vida se ve, sin duda, condicionada por la edad, por nuestro bagaje y por el momento vital que podamos estar atravesando. Pero, cuando volvemos adonde estuvimos y fuimos felices, no siempre se produce una caída de caballo. Tampoco el regreso a esos lugares, momentos o vivencias del pasado nos conducen indefectiblemente a la melancolía. En multitud de ocasiones, cuando retornamos, lo que nos embarga es una emoción positiva que nos rejuvenece, nos oxigena y nos traslada, de algún modo, a ese punto de partida del recuerdo feliz. Revisitar un libro, un álbum musical, una película, un pueblo, una ciudad, una vivienda o un espacio urbano o natural no tiene por qué ser ni buena ni mala idea. Esa búsqueda del estímulo del recuerdo en el plano de lo físico puede concluir generando sensaciones agradables, despertándonos añoranzas o cambiándonos la perspectiva sobre algo por completo. Pero, por el temor a estropear un recuerdo, podemos estar renunciando a la posibilidad de volver a experimentar ese algo tan grato que un día nos marcó.

No hay que desmentir, por tanto, el sentido de los versos del trovador ubetense. Pero tampoco hay que dejarse condicionar por la enseñanza que trasciende a ese fragmento de su “Peces de ciudad”. Ocurre con la Historia, con el comportamiento de los seres humanos o con lo que se decía o hacía en un determinado momento de un pasado más o menos remoto: que, si analizamos lo antiguo con el prisma de lo que dicta el criterio actual, solemos emitir juicios implacables con ciertos personajes o con sus comportamientos o actitudes, olvidando la importancia del contexto en que se enmarcan los hechos objeto de estudio u observación. Lo que fue aceptable o se veía normal puede que hoy nos parezca insoportable o aberrante. Pero ser jueces del pasado, con la sabiduría y el conocimiento adquirido tiempo después, es jugar con las cartas marcadas. Lo mismo ocurre con lo cotidiano y con aquello que nos alcanza en un terreno más personal. Si decidimos acercarnos a un tiempo pretérito, hemos de tener la suficiente inteligencia emocional de hacerlo sabiendo que entonces todo era distinto, como lo será en el futuro próximo o más distante. Y que impartir doctrina sobre nuestro yo del ayer no nos hará ningún bien. Si la vida se viviese dos veces, con lo vivido ya aprendido, todo sería distinto. Pero la vida solo se vive una vez. Y, por eso, hay que atesorar todo lo maravilloso que nos brinda en cada momento.

*Diplomado en Magisterio

Compartir el artículo

stats