Opinión | A la intemperie

Violaciones de la lógica

En Baleares hay el doble de beneficiarios de las prestaciones por desempleo que desempleados

Pedro Sánchez en Marruecos.

Pedro Sánchez en Marruecos. / El Periódico

No recuerdo. Quizá antes se torturara la lógica con igual saña. O no. No lo recuerdo. Al menos no tengo el recuerdo de sentirme tan perplejo como lo estoy ahora. Por un lado, me alegro, al fin y al cabo, de ahí se desprende que sigo vivo, por otro me lamento de ver lo que veo. Y es que uno no está para tan severas violaciones de la lógica. Quizá la edad. Pongamos por caso: lo del policía infiltrado entre delincuentes (y delincuentas) catalanas. Nunca, jamás de los jamases, se me habría ocurrido siquiera sospechar que Mata Hari violara a sus amantes. En esa creencia he vivido lo que llevo de vida. Al parecer, equivocadamente. Al menos a la luz de cuanto ocurre. No sé si reír o llorar. ¡Ocho presuntas violadas! Si se empeñan acaban condenando a quien yo creía meritorio servidor público, y, lo que es peor, convenciéndonos al resto de que se tiene bien merecida la condena. Todo es cuestión de paciencia (y saliva).

Atónito también al leer noticias descalabrantes como esa que informa de que en Baleares hay el doble de beneficiarios de las prestaciones por desempleo que desempleados. ¡Más del doble! Tan atónito que pensé que debía tratarse de un error más o menos interesado en denigrar al gobierno. Pero no. Resulta que es verdad (aunque siga sin entrarme en la cabeza). En Baleares hay poco más de treinta mil parados, pero cobran el paro más de sesenta mil. ¡Estupefacto! Y lo que es peor, desencantado. A riesgo de que me tachen de lo que no soy, me pregunto si son fiables las cifras oficiales y yo solo me contesto; de lo que estoy seguro es de que, aquí, las violadas son las cifras.

Ministras que pretenden saber más que los jueces sobre cómo aplicar las leyes

Sorprendido (y desolado) al ver que ministras –tan ayunas de sabiduría como ahítas de soberbia- pretenden saber más que los jueces sobre cómo aplicar las leyes. Las mismas que nos sorprenden a todos poniendo en la calle a decenas de violadores, las mismas que antes nos convencieron de que el sexo no depende de lo que le cuelga a la campana sino del capricho de la mañana. Las mismas. Y es que cuando hablan, antes de violarla, le dan tormento a toda lógica.

Perplejo sobremanera cuando Sánchez entregó, de la noche a la mañana, el Sáhara a Marruecos. Eso sí que me dejó turulato. Y aún a día de hoy, meses después, sigo intrigado sin saber el motivo de tan radical cambio en la postura de España sobre la que fue provincia española. Intrigado y ofendido como un saharaui. ¿A cambio de qué? Porque ni Ceuta ni Melilla se han mencionado en la tan cacareada cumbre (la de la “cobra”). Marruecos calla mientras espera a que las dos manzanas caigan por su propio peso (y aquí la gravedad se llama natalidad). Y más perplejo aun cuando veo cómo se arrastra el susodicho interfecto y su media tropilla mientras la otra media se tira al monte. Calamitoso.

Y boquiabierto cuando insultan a los empresarios. Porque aunque esto viene de lejos, oír los insultos en boca de ministros no deja de asombrar a cualquiera que medio respire. Empezaron con Mercadona y ahora le zumban al BBVA. Para nuestros gobernantes hacer rentable una empresa, crear trabajo y generar riqueza es cuasi delictivo. No se contentan con saber que a más beneficios más recaudación en impuestos (para luego malgastar a su antojo). No, no les basta. Hay que señalar al empresario hasta el escarnio. Mancillarlo. Así hasta que todas las empresas sean ruinosas y los parados se multipliquen. Así hasta la «paguita» final, que cuanto más pobres, más nos votan. Pero eso no me sorprende, eso se sabe de siempre. Esa es la única verdad de este cuento. La única afirmación de lógica aplastante.

*Abogado

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