Opinión | Nueva sociedad, nueva política

El significativo adiós de Odón Elorza

Su marcha es la del último mohicano, se convierte en símbolo de la decrepitud

El significativo adiós de Odón Elorza.

El significativo adiós de Odón Elorza. / El Periódico

En las últimas elecciones autonómicas de Madrid, el PSOE obtuvo el peor resultado de su historia. El jueves 06/05/2021, dos días después, se reunió la Ejecutiva Federal para analizar los resultados de una campaña cuyos designios habían sido trazados por Pedro Sánchez y sus colaboradores más cercanos. Las declaraciones oficiales oscilaron entre los argumentarios («el PSOE no ha sabido encontrar su mensaje») y los chascarrillos («Madrid es una ciudad acostumbrada al bullicio»), pero durante la reunión hubo intentos de autocrítica. 

El más contundente fue Odón Elorza. Sus palabras no dejaron duda de que el partido debía ejecutar cambios. La respuesta de Pedro Sánchez fue de una dureza tan extraordinaria que algunos de los presentes se quedaron petrificados, y no solo porque no parecía acorde con el tono de Elorza, sino, sobre todo, porque el vasco había sido una de las personas más leales a Sánchez desde 2016.

Odón Elorza no es cualquiera. Fue alcalde de San Sebastián durante veinte años (1991-2011), y ha sido también el único diputado socialista en el Congreso capaz de tener cierta voz propia, incluso votando contra los designios del partido, por lo que ha llegado a ser amonestado y multado. Pero lo más relevante hoy es que fue uno de los quince diputados que se negaron a investir a Mariano Rajoy el 29/10/2016, comprometido, como estaba ya, con el regreso de Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE. 

Por eso, quienes presenciaron la humillación de la que fue objeto en la reunión de la Ejecutiva Federal del 06/05/2021 por el propio Sánchez, no daban crédito. Algunos se cayeron del caballo aquel día, si bien es cierto que otros muchos, los más torpes del pelotón, aún no han entendido nada. Y luego están los que prefieren no comprender por cuestiones salariales. 

Elorza fue, junto a Zaida Cantera, el primer socialista que visitó Extremadura para iniciar la campaña de medio año impulsada por la militancia, que terminó con la restitución de Sánchez. Fue en Mérida, el 22/12/2016, y el recinto elegido se llenó de socialistas con anhelo de cambio. Los militantes que organizamos el acto le invitamos a una cena posterior, y ahí tuve la ocasión de comprender que Elorza nunca vio en Sánchez, como la mayoría, un Mesías al que había que rendir pleitesía, sino una herramienta para llevar a cabo un proyecto político. Ese fue su error. En realidad, la herramienta siempre fueron los militantes, y el objetivo, que Pedro Sánchez mantuviera e incrementara su poder. No había proyecto político ni de cambio en el partido ni nada que pudiera parecérsele.

Su despedida es tardía y demasiado tibia, con un comunicado de 279 palabras en las que solo habla de «evitar desencuentros»

Si algo me parece criticable de Odón Elorza es que, siendo una persona inteligente como es, él debía saber esto, como lo sé yo, desde 2017. Por eso, su despedida es tardía y demasiado tibia, con un comunicado de 279 palabras en las que solo habla de «evitar desencuentros» ya que sus propuestas «no resultan útiles desde hace un tiempo al Grupo Socialista».

Elorza se presentó a las primarias para optar de nuevo a la alcaldía de San Sebastián el pasado mes de octubre. Sánchez apoyó a la candidata oficialista, Marisol Garmendia, que obtuvo el 67% de los sufragios. Que quien tuvo una segunda oportunidad de ser secretario general del PSOE gracias a la ayuda, entre otros, de Odón Elorza, no devolviera esa lealtad permitiendo que el vasco terminara su carrera política allá donde estuvo veinte años de servicio político, habla a las claras de la catadura moral y la mezquindad de Pedro Sánchez. 

Pero quizá lo más llamativo de ese proceso de primarias no fue la traición del presidente del Gobierno, sino un dato: los 452 militantes del PSOE que estaban llamados a elegir en Donostia entre Garmendia y Elorza. 452 militantes —de los que solo participaron 337— para una ciudad de casi 190.000 personas. Ese es el PSOE que deja atrás Sánchez, esa es la realidad de una organización en coma, un poco más muerta tras la renuncia de Odón. No en vano, su marcha es la del último mohicano, se convierte en símbolo de la decrepitud de un partido que está escrita desde que en 2017 Pedro Sánchez alcanzó el poder arteramente, engañando a personas como él y, de paso, a toda la militancia y a la ciudadanía que le votó.

*Licenciado en CC de la Información

Suscríbete para seguir leyendo