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Pánicos, sofás y crisis

La economía, pero especialmente el sistema financiero, se basan en la confianza

Pánicos, sofás y crisis.

Pánicos, sofás y crisis. / El Periódico

Salvo que haya decidido aislarse por completo de las noticias esta semana es prácticamente imposible que no haya oído hablar del Silicon Valley Bank. Acostumbrados a asociar el valle a los grandes nombres de la innovación y la tecnología, que se haya producido una fuga de depósitos que han cuestionado la supervivencia de un banco tan altamente especializado sorprende.

Y preocupa. Primero, porque no ha sido la única entidad financiera en riesgo, sino que la coyuntura ha afectado a otros bancos (Signature y First Regional). Segundo, por el posible contagio mundial. Los mercados respondieron con fuertes pérdidas por el efecto arrastre del sector bancario en Europa (con foco en el cuestionado Credit Suisse). Que el mismo presidente de los Estados Unidos intervenga públicamente para mandar un mensaje de calma tiene un efecto paradójico: es del todo menos tranquilizador. El posterior rescate del banco central de Suiza a la mencionada Credit Suisse contribuía a amplificar la sensación de que “pasa algo”. La incertidumbre es si enfrentamos un revival del 2008 y la caída de Lehman Brothers.

¿Es realmente así?La economía, pero especialmente el sistema financiero, se basan en la confianza. Tras la crisis de 2008 los reguladores implementaron mecanismos de control y supervisión y, claro, de respuesta frente a potenciales crisis. Que no han evitado estas “sacudidas” bancarias. Sabersi es un escenario de crisis sistémica exige no simplificar en una sola pregunta. La perspectiva de los días nos permite desglosar en, al menos, cuatro cuestiones distintas que analizan la actual situación.

¿Podemos hablar entonces de un pánico bancario? La respuesta corta es sí. Los bancos afectados en US tenían un modelo de negocio no tradicional y una exposición a un tipo de cliente determinado (start-ups, compañías de desarrollo tecnológico e inversores). La combinación de ambos factores ha probado la fragilidad del modelo. Especialmente cuando la estrategia de riesgos del banco ha demostrado ser errónea. Entendieron los depósitos de sus clientes (que crecieron exponencialmente en la pandemia y en muchos financiados por el propio banco) como un activo a largo plazo y se lanzaron a la compra de bonos (con una rentabilidad garantizada, pero a su vencimiento). La subida de tipos dejó a estos bonos, que tenían el rendimiento propio de tipos más bajos, fuera de juego. Si quisieras vender, debes hacerlo con descuento. Se produce un desequilibrio temporal; agravado por el hecho de que la exposición del SVB era del 56% en bonos, cuando la banca tradicional no suele superar el 15%. Las dudas sobre la liquidez del banco aceleraron las retiradas de fondos.La suerte estaba echada. Y fue rápida: en la época de los smartphones vale un golpe de click para hacer estas operaciones.Los modernos pánicos bancarios se pueden disparar desde un sofá.

Mi apuesta es que, al menos en Europa, seguirá primando la lucha contra la inflación

¿Estos colapsosson señales de una (nueva) crisis del sistema bancario? De nuevo, respuesta rápida:no. En el mundo post gran crisis, los requisitos de capital y el control continuo son prevenciones frente a crisis. Que se centran especialmente en aquellas entidades que presentaban riesgo “sistémico” para el sistema financiero global. Se introdujeron mecanismos de liquidación ordenada que incidían en dos variables: las consecuencias debían ser asumidas por accionistas y bonistas, y el papel de los bancos centrales como prestamista de último recurso era garantía para mantener la liquidez en el funcionamiento del sistema, evitando riesgos sobrerecursos líquidos de los clientes.En este caso, la política de subida de tipos ha sido el detonante, no derivados o créditos de activos tóxicos (o inexistentes) como en la crisis financiera. El interbancario funciona, no hay desconfianza en qué habrá en el balance del resto de las entidades.

¿Significa que no hay un “riesgo moral” en la intervención pública, entonces? Cabe, desde luego, debate y matices. Dejando de lado cuestiones ideológicas, objetivamente no hay tanto margen de actuación: evitar posibles contagios avala la salud del sistema financiero. Mientras los “rescates” se centren en los clientes y no en los accionistas, que perderán su inversión si el banco no ha cumplido con criterios lógicos de riesgo, y en mantener la corriente de crédito la fina línea de hacer rescates privados con dinero público es inexistente.

¿Habrá un cambio entonces en la política de los bancos centrales? Esa es la gran pregunta. Mi apuesta es que, al menos en Europa, seguirá primando la lucha contra la inflación. Un pánico no es una crisis, una gota (o un par) no hacen lluvia. Lo que no significa que la banca europea esté libre de vulnerabilidades. Pero eso, mejor, lo contamos otro día.

*Abogado, experto en finanzas

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