Durante décadas, los tebeos supusieron un elemento muy atractivo para que los chavales se iniciaran en la lectura. Después de mirar, tocar y aprender a leer los cuentos, en cuanto que sus capacidades eran suficientes para disfrutar de una lectura comprensiva, muchos niños y adolescentes se enganchaban a este medio artístico de expresión y entretenimiento. Todos sabemos que, cuando no había televisiones en todos los hogares y, también, cuando había televisiones pero no tantos dispositivos conectados a Internet, la chavalería jugaba más. Y lo cierto es que también leía más, y leía cosas distintas a mensajes y publicaciones de las redes sociales. Para algunos, los tebeos formaban parte de todas las etapas de su vida, pues iban seleccionando títulos que se amoldaban a sus cambios de intereses. Para otros, eran un medio de paso que les conducía a los libros juveniles, primero, y a las novelas, los ensayos o los poemarios, más tarde. De igual modo, también había gente que disfrutaba con los cómics durante su infancia o adolescencia y que, posteriormente, dejaba de experimentar placer en la experiencia lectora. Pero, en general, los cómics o tebeos eran un elemento tremendamente atractivo para transmitir la afición por la lectura. Hubo décadas en que las publicaciones autóctonas eran tan abundantes, variadas y accesibles que inundaban el mercado y atraían a un incontable número de chavales a los quioscos. Más tarde comenzaron a pegar fuerte los cómics de origen franco-belga y los de superhéroes de las editoriales norteamericanas Marvel y DC, cuyos personajes forman parte del imaginario colectivo de generaciones y generaciones.
Tiempo después se introduciría en el mercado editorial español el manga japonés, que desató grandes pasiones de manera paralela a la emisión en televisión de series animadas basadas en sus personajes. En la actualidad quizá sea el momento histórico en que más cómics y más variados se publican en nuestro país. Pero la media de edad del público que los consume es muy superior a la de tiempos pasados. Se publican tebeos de todos los géneros, orígenes, enfoques y para todos los públicos. Pero no se está logrando que las generaciones más jóvenes se incorporen a la lectura por esta vía. Y, por ejemplo, en el campo de los superhéroes el viento sopla totalmente a favor. Solo hay que pasarse por cualquier aula de infantil o primaria de un colegio al azar para constatar la presencia de superhéroes en ropa, calzado y en cualquier material o complemento escolar. Sin embargo, los mayores no logramos que se aficionen a los tebeos en que aparecen esos personajes que tanto les gustan. Y no sé si es que el combate con lo audiovisual está definitivamente perdido, si la desaparición paulatina de los quioscos, y de los cómics en los expositores de los quioscos, aleja a futuros lectores de los tebeos, o qué ocurre exactamente. El caso es que la ocasión la pintaban calva, y no estamos sabiendo rentabilizarla en términos de propagación de la pasión lectora. Una auténtica pena.
*Diplomado en Magisterio