Opinión | A la intemperie

En la puta vida

Qué triste que para trabajar en Extremadura haya que ser del partido…

Decía mi suegra que se enfadan los ladrones y se descubren los robos. Más menos. Mi suegra, que en gloria esté, no daba puntada sin hilo. Tenía, como Sancho, una panoplia de afilados refranes para cortar trajes a medida. Ahora que no está, echo en falta tan magníficas herramientas. Solo recuerdo algunas; ésta me ha venido a las mientes al hilo de lo Osuna. Osuna, por si no lo saben, es el muy desenvuelto alcalde de Mérida. Un malandrín le ha grabado en conversación telefónica. Breve pero sabrosa. Nadie está libre de semejantes trapacerías. Cualquier changavainas, aunque sea de tu propio partido, te la puede liar. ¿Les he dicho que Osuna es alcalde por el PSOE? Alguno asegura que es fuego amigo. Yo más bien creo que se trata de un tarambana despechado, uno de esos que te asaltan por las calles pidiendo, al amparo de su militancia, favores que son delitos. Pero corrijamos. Ladrones no son -salvo para aquellos a los que les robaron su derecho a trabajar por no ser del PSOE-, pero sí son tunantes (ambos dos). Comencemos de nuevo. Se enfadan los tunantes y se descubren los embrollos. Tal que así, sí. Así ha sucedido para bochorno de Mérida. Lo demás lo pueden oír.

«Todo el que me denuncie, todo el que denuncie al ayuntamiento no va a trabajar más en la puta vida en el ayuntamiento, al menos mientras esté el PSOE». El ayuntamiento es mío y hasta el PSOE es mío. Vamos a dejar para la campaña electoral eso de estar al servicio del pueblo, vamos a dejar para los mítines eso del respeto a los derechos de los trabajadores, vamos al pan, al turrón, que aquí mando yo y al que se mueva lo «afusilo».

«Como vayamos a juicio el que denuncie al ayuntamiento que se vaya olvidando de entrar aquí ni de alguacil». Es lo que tiene tener las llaves del cortijo y perdonen que recurra a la muy rancia metáfora del cortijo, pero es lo que sigue habiendo, al menos en Mérida. En Mérida, para trabajar en el ayuntamiento, hay que tener aldabas (que se decía en tiempos). Para trincar una mamela municipal conviene llamar a la puerta del amo, aunque sea para alguacil (que debe ser, según el alcalde, lo más vil). Que se mesen las barbas los alguaciles... y hasta los jueces. Pero no nos perdamos. Sigamos oyendo…

Las urnas, si Vara no lo remedia antes, decidirán sobre este tunante

«Se lo he dicho a todos los compañeros: les hicimos un favor para trabajar un tiempo». ¡Anda! ¡Que en Mérida hacen «favores» a los compañeros del partido! Eso no lo dijo en la rueda de prensa. Porque Osuna salió en tromba de prensa en cuanto se hizo pública la conversación. En menos que se santigua un cura loco despachó mentiras cual mandobles para defender lo indefendible; algo que, a mi juicio, solo sirvió para refrendar su estampa de matoncillo, su prepotencia de señorito cortijero (¡vaya otra vez por aquí el cortijo!). 

«En fraude de ley está todo el mundo, mucha gente aquí. Escúchame, es que hay mil fórmulas, ¿vale? Te das de alta como autónomo o a través de una empresa, se hace un contrato y punto». Y por si faltara caldo, dos tazas. No solo reconoce que en el ayuntamiento de su recto gobierno (perdonen, es una frase hecha) se practica el fraude de ley, sino que conoce mil fórmulas para que siga practicando. Turulato quedo. ¡Tela! Hay fraude, lo sabe, y nada. Un tío con recursos. En concreto, mil. «Se van a gastar el dinero en abogados y da igual porque les voy a despedir». ¡Ole tú! ¿Mérida o Corea del Norte?

Una vez le leí a Valle Inclán, refiriéndose a uno de aquellos amos bárbaros y despóticos de sus novelas, que «no hizo lo que conviene, sino lo que convino»; la frase es de una finura excelsa. Pues eso. Las urnas decidirán si el tunante debe continuar en el cargo. Y Vara, ¿está por ahí?

*Abogado

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