Opinión | Tribuna invitada

Extremadura, lugar seguro

Ojalá el gobierno que tome el relevo el 28 de mayo desarrolle la Cooperación Extremeña como se debe

Hace unos años, al ir o volver mi madre de hacer compras, un vecino muy querido en mi pueblo le paró, y le dio la enhorabuena por la trayectoria activista que yo había desarrollado, y por ser capaz de vivir como soy, si ocultarme. De vivir, al fin y al cabo, añadiendo que otros como él no habían sido capaces de hacerlo, no habían tenido valor, y entre tanto se le había ido la vida ocultándose. Y que debía estar orgullosa de mí.

Me lo contó cuando falleció. Lo recuerdo con cariño, siempre intuí que era homosexual, como el después lo supo de mí, pero jamás hablé con el del tema, no me atrevía ni por asomo a abordarlo, sabiendo que para él era algo imposible. A pesar de que, como yo, mucha más gente lo supiese o lo intuyera, los armarios de cristal, era un tema tabú, como lo ha sido para tantos y tantas, tantas veces, demasiado tiempo. Y mientras tanto, la vida se les ha ido yendo de las manos, sin vivir como eran. 

Le recordé esta semana, al escuchar a Paqui Chaves contar sus vivencias como mujer lesbiana en el documental ‘Voces, 12 historias diversas’, que el pasado lunes emitió Canal Extremadura TV. 

La historia y la vida de Paqui bien podrían leerse como una síntesis de lo que ha sido el cambio de nuestra comunidad autónoma, que ahora celebra los 40 años de su Estatuto de autonomía, en cuanto a lo que tiene que ver con la diversidad sexual a lo largo de las décadas recientes. Cómo ella ha evolucionado desde una vivencia donde el silencio marcaba la pauta hasta una vida plena y feliz con su mujer en la Extremadura de hoy, con sus derechos como persona y como familia reconocidos y disfrutados en libertad, es la muestra de cómo ha evolucionado la tierra que me vio hacer.

El documental, producido por Fundación Triángulo y Mimodo con apoyo de la Agencia Extremeña de Cooperación, cuenta historias de vida como la de Paqui, o como la de Elías, hombre transexual que tras un proceso personal duro, vive feliz y libre con su mujer, en Montijo. O la de José y Luis Fernando, ambos con diversidad funcional y viviendo enamorados en Alcuéscar. O las de Jorge, Daniela, Cristina, Camila o Juan Manuel, el querido Bola. 

Pero, déjenme que destaque las historias de Argenis, Raymond, Donato o Kathy, que se vieron obligados a abandonar sus países y a sus familias porque allí sus vidas peligraban por ser lesbianas o gais. En su caso hablamos de República Dominicana, Ghana, Rusia y El Salvador, pero son casi 80 los países en los que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales somos ilegales, en algunos con penas de cárcel o de muerte. En algunas ni siquiera por ser, tan solo por parecerlo, como acaba de aprobar Uganda por ley.

Muchos son los extremeños y extremeñas que tuvieron que hacer ese viaje en sentido inverso, emigrando de nuestros pueblos o ciudades hacia otros territorios que les acogieran con mayor libertad. Hoy es nuestra región la que les acoge y se ha convertido en su hogar, su espacio seguro, el que en sus países no tenían. Y esto es emocionante. 

Ver esta evolución en estas escasas cuatro décadas casi da vértigo. Y si es así, es porque entre todas hemos construido una sociedad más libre e igualitaria, que reconoce derechos de ciudadanía, con protección legal creciente que se ha tenido que pelear, pero ahí están el matrimonio igualitario, la pionera Ley LGBTI extremeña de 2015, y la recién aprobada Ley Trans y LGBTI estatal que tanto ha costado. Y desde hace cinco años la Declaración de Mérida, que promueve que la igualdad y la diversidad LGBTI deben defenderse como un derecho humano allá donde la vida de alguien se vea mermada por su orientación o su identidad sexual, y que esto debe ser incorporado a la hoja de ruta de la cooperación internacional.

Esta perspectiva está incorporada, junto al enfoque feminista, la sostenibilidad medioambiental y el compromiso con las personas migrantes a la Ley de Cooperación y Solidaridad de Extremadura que acaba de aprobarse por unanimidad en la Asamblea de Extremadura, y que viene a consolidar una trayectoria de nuestra región en este campo, la cooperación al desarrollo que, para quienes llevamos unos años trabajando estas cuestiones a nivel estatal podemos decir que nos sitúa en primer nivel en cuanto a la implicación de Extremadura en la defensa de los derechos y la dignidad de las personas en todo el mundo. Y con un compromiso explícito con el 0,7 para 2030.

Siempre fuimos un pueblo peleón y solidario, y eso sin duda está en el espíritu de esta ley, que, tras un arduo trabajo de la Agencia, con el incansable empeño de su director y el compromiso del presidente, consolida la Cooperación Extremeña como parte de nuestro ADN como comunidad autónoma, comprometiéndonos con el bienestar de las personas, sean de donde sean. Al menos para el que escribe es un motivo de orgullo como extremeño. Ojalá el gobierno que tome el relevo el 28 de mayo la desarrolle como se debe.

*Presidente estatal de Fundación Triángulo

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