El ministro Bolaños ha dicho (él o su subconsciente) que «sería muy positivo que la izquierda que hay a la izquierda del PSOE concurriera unida a las elecciones». La declaración, por cierto, bastaría para desmentir la idea de que la moción Tamames no ha servido para nada, ya que el ministro la hizo en una entrevista para la Cadena Ser en la que afirmó que «ha sido útil para que las fuerzas políticas expliquen sus propuestas», si bien hubo de aclarar lo que las propuestas «han demostrado»: por ejemplo, que «el PP y Vox son cara de una misma moneda», o que «no hay un solo debate que le salga bien a la derecha y ultraderecha», o que «cabalgan a lomos de mentiras y falsedades». ¿No ha servido para nada, aun descontando la declaración del ministro, es decir, quedándose únicamente con su capacidad para deducir de las propuestas del resto de partidos lo que las propuestas han demostrado acerca de la derecha y la ultraderecha?
"Ya en el debate de la moción de censura, el presidente del Gobierno dejó claro la izquierda que ha elegido para el caso de necesitarla: la izquierda que Yolanda Díaz podría emulsionar con Compromís, Más Madrid y su proyecto Sumar
Moción de censura aparte, la declaración tiene su cinismo o su inconsciencia, según. «Sería muy positivo que la izquierda a la izquierda del PSOE concurriera unida a las elecciones», ha dicho. Si el ministro se refiere a una única izquierda («la izquierda que hay a la izquierda del PSOE», textualmente), no se entiende la unión, el concurrir unida: se trata de la izquierda que hay a la izquierda, y punto. Pero si se refiere a lo que fuera Izquierda Unida y a lo que va quedando de Podemos, que es a lo que realmente se refiere, o sea, Unidas Podemos, ¿por qué considera que ya no son la misma izquierda, si es precisamente la izquierda que hay a la izquierda del PSOE y con la que el PSOE aún gobierna? Evidentemente, el ministro no considera nada, sino que menciona lo positivo de que concurran juntas y unidas precisamente para subrayar sus diferencias, es decir, su separación, toda vez que el PSOE ha decidido qué izquierda quiere.
Ya en el debate de la moción de censura, el presidente del Gobierno dejó claro la izquierda que ha elegido para el caso de necesitarla: la izquierda que Yolanda Díaz podría emulsionar con Compromís, Más Madrid y otras partículas de izquierdas en suspensión, o sea, su proyecto Sumar. Díaz, aunque tiende a la reivindicación del PCE (valga como prueba, siquiera, el prólogo escrito para la última edición del Manifiesto comunista), no solo despacha al periodismo con «discreción, por favor, muchísima discreción», no solo cree que gobernar es hacer «cosas chulísimas», no solo dice tener un «proyecto de país» para «ensanchar la democracia», sino que es vicepresidenta del Gobierno. O sea, un bizcocho para Sánchez. De ahí la elección, por si los pactos. Y de ahí el turno de réplica que le cedió para que presentara en el Congreso su programa político durante la moción de censura, esa que no ha servido para nada.
Mejor así, desde luego, que interpretar la declaración del ministro Bolaños como una traición del subconsciente. Porque si existe «la izquierda a la izquierda del PSOE», como ha dicho, o «hay una izquierda a la izquierda del PSOE», si se prefiere, el ministro deja solo dos opiniones: una, que el socialismo de Sánchez ya no es izquierda («socialdemocracia» es un tolerable eufemismo para referirse al capitalismo encajado, sobrellevado), y dos, que Unidas Podemos es ultraizquierda, en cuyo caso es tan poco deseable como lo es Vox, ultraderecha.