Opinión | Jueves sociales

Curvy

Vivimos en un mundo enfermo con la comida, en el que hay niños que mueren de hambre y otros que son obesos a fuerza de alimentarse de comida rápida, más barata que la fruta y la verdura. 

Cada cierto tiempo, se toman decisiones con gran despliegue publicitario, como prohibir las máquinas de refrescos en los centros escolares o incentivar el deporte, pero al final todo queda en nada. 

A ellos también les pasa, pero el mundo de la imagen golpea más a las mujeres. Siempre ha pasado así, pero ahora todo se ha amplificado con las redes sociales

Como unificar las tallas u obligar a que los fabricantes no se limiten a la S o XS, o como no promocionar la ropa con imágenes de mujeres al borde de la anorexia o convertidas en niñas pero pintadas como puertas. Basta ver los últimos desfiles o las últimas campañas publicitarias para darse cuenta de que hemos vuelto a las modelos con aspecto de toxicómanas (heroin chic, creo que se llama) que caminan como si apenas pudieran aguantar su vida. 

Llevan tops en los que solo pueden caber ellas, si no respiran, que marcan costillas y vientres inexistentes, tiras de cuero como faldas o pantalones minúsculos y a la altura de las ingles. 

Y yo imagino a las niñas (sobre todo a las niñas) tratando de parecerse a esas mujeres que tienen poco de mujeres, y mucho de artificio. 

Las imagino entrando en cualquier tienda de ropa actual, enfrentándose a los terribles espejos de los probadores y a la mirada inmisericorde de unas dependientas cansadas de colocar la ropa que dejamos tirada por imposible. 

Las veo abandonando vestidos, camisas, chaquetas... que nunca podrán ajustarse a sus cuerpos como lo hacen en las revistas o en internet. No porque todas ellas tengan sobrepeso, sino porque las mujeres suelen mostrar curvas, caderas, piernas, y desde luego, no un pecho plano sobre el que caiga la ropa como si fueran ninfas imposibles sacadas de la mente de diseñadores enfermos. 

Ahora, a las mujeres que tienen forma de mujer las clasifican bajo la etiqueta de curvy, que suena a estupidez, como todas las etiquetas. Y si no estás a gusto con tu cuerpo normal, de curvas normales, siempre puedes matarte de hambre, atiborrarte de batidos o machacarte en un gimnasio. 

A ellos también les pasa, pero el mundo de la imagen golpea más a las mujeres. Siempre ha pasado así, pero ahora todo se ha amplificado con las redes sociales. Contra ello, solo podemos sacudirnos las etiquetas que nos pongan, evitar ponérselas a los demás, educar contra la distorsión de la propia imagen y alzar la voz para que el ideal de mujer no sea una modelo con aspecto enfermizo, que enseña un cuerpo de niña sin formas y sin volúmenes, ante los ojos de un mercado que quizá nos quiere así, cuando así nos muestra. 

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