Opinión | La trastienda

El naranja pega con todo

Ciudadanos presentará candidaturas en un porrón de municipios a pesar del trasvase de algunos de sus dirigentes al PP o al PSOE

Ciudadanos.

Ciudadanos. / JORGE ARMESTAR

Visto lo visto, Ciudadanos fichó bien en 2019. Vaya racha de trasvases que lleva esta formación a derecha e izquierda. Los grupos municipales de Badajoz y Cáceres se han quedado casi sin concejales y el grupo parlamentario en la Asamblea de Extremadura también se ha visto resentido aunque en menor medida. PP y PSOE han sido las casas de acogida para los exnaranjas, quienes han reforzado sus candidaturas buscando nuevas caras con que revestir su oferta ante los electores. En Cáceres Antonio Bohigas y Francisco Javier González se fueron con el socialista Luis Salaya y su compañera Raquel Preciados se ha sumado esta misma semana a la lista popular de Rafael Mateos. En Badajoz aún es más llamativo dado que Ignacio Gragera, alcalde por Ciudadanos, dejó el partido para pasarse al PP y ser su candidato y esta misma semana ha sumado en su lista a Carlos Urueña, al igual que él un naranja que, de repente, ha apostado por el color azul.

Ciudadanos fue en 2019 una formación política de gente nueva -y en su mayor medida sin experiencia política- que venía a levantar alfombras y abrir ventanas para que entrara aire fresco en las instituciones. Gente liberal, como se llegó a definir el propio Albert Rivera, que procedía ideológicamente de la derecha o incluso de la izquierda, y cuya participación en la vida pública española pretendía ser un reforzamiento de nuestra joven democracia. Sin embargo, pasados los años, y sin obviar que probablemente algunos siguen afiliados al partido participando de los mismos postulados, muchos otros han abandonado el barco atraídos por cantos de sirena de formaciones que antes criticaban sin ningún pudor.

Hay que tener en cuenta una cuestión en los partidos tradicionales. Que acoger a gente de fuera puede cabrear a los que están dentro, sobre todo si hay que hacerles hueco y ello trae aparejado caerse de la lista como ha pasado en Badajoz. Es como el padre del hijo pródigo, que lo buscó fuera de casa hasta que lo encontró y lo perdonó, pero enfadó a los hijos que estaban en casa obedeciendo todas las órdenes con respeto y disciplina. Encajar las piezas de nuevo puede resultar complicado porque siempre queda gente enfadada. La única solución posible es ganar las elecciones. Con el poder en la mano uno puede tener cargos que repartir y desinflar resentimientos. El problema es cuando se pierde, que los enemigos están en la esquina esperando con la navaja afilada.

Acoger a gente de fuera puede cabrear a los que están dentro. Sobre todo si hay que hacerles hueco

De todas maneras a ver qué pasa con Ciudadanos en verdad, que tampoco conviene darle la extremaunción antes de tiempo. Los naranjas van a presentar candidatura a la Junta de Extremadura y a un buen número de municipios, donde se incluyen las cuatro grandes ciudades de la región. Las encuestas no le favorecen sino todo lo contrario, pero en un bipartidismo cada vez más acentuado un solo diputado o un solo concejal pueden valer su peso en oro. Se pueden convertir en llave de un gobierno y ya se sabe lo que lo ocurre con Ciudadanos que lo mismo tira para la derecha que para la izquierda según qué sitio. Toda una gincana a la vuelta de las urnas que ni el PSOE ni el PP desean.

En las elecciones de hace cuatro años Ciudadanos sacó 68.132 votos autonómicos que le supusieron 7 escaños en la Asamblea de Extremadura y 45.374 votos municipales que ayudaron a conformar algún que otro ayuntamiento. ¿Todos esos electores o votantes dónde se han ido? En buena parte al PP o al PSOE, pero habrá otros muchos que seguirán apostando fieles por el color naranja o por formaciones al margen del bipartidismo y eso puede alterar mucho los resultados. Téngalo en cuenta antes de hacer su apuesta.

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