Opinión | LA TRASTIENDA DEL DIRECTOR

Bisagra o muleta

Los partidos minoritarios saben que arañar un escaño o un concejal a veces puede representar mucho para un Gobierno sin mayoría

Imagen de la Asamblea de Extremadura

Imagen de la Asamblea de Extremadura / EL PERIÓDICO

En unas elecciones, cuando no se visualiza un escenario de mayoría absoluta, afloran las candidaturas minoritarias. Si se prevé que los partidos mayoritarios, el PSOE y el PP básicamente, van a requerir de muleta o de bisagra para gobernar, salen nuevas formaciones por doquier. No aspiran a ganar ni mucho menos a gobernar. Su anhelo es influir, contar con ese diputado que valga su peso en oro; un novio esporádico con que confirmar un matrimonio in extremis a las puertas de un parlamento.

En 2019, cuando todas las encuestas daban un alza considerable de Ciudadanos, así como la entrada de Vox en la Asamblea de Extremadura, Vara mantuvo encuentros, lo mismo que Monago desde el PP, con el entonces líder de la formación Cayetano Polo. Los naranjas se veían como la llave de un futuro gobierno regional y se dejaban querer desde la izquierda y desde la derecha. Sus hasta 7 diputados que le daban las encuestas valían en ese escenario previo un potosí y en la cabeza de sus dirigentes se vislumbraban cargos en el gobierno o el Parlamento regional. Pero mira tú por dónde el capricho electoral hizo que Vox se quedara en el 4,7% de los votos y no entrara en el Parlamento y que consecuentemente Vara se alzara con una mayoría absoluta de 34 escaños. Cayetano Polo se quedó la noche electoral esperando esa llamada de teléfono de Vara que nunca llegó. El presidente in pectore no le necesitaba para nada y si te he visto no me acuerdo. Así se escribió la historia de esa convocatoria en Extremadura, con un nuevo partido en la Asamblea extremeña con hasta 7 escaños que valían lo mismo que los 20 del PP o los 4 de Podemos, nada de nada.

Ahora estamos en el mismo escenario que entonces. A tres semanas de que pongan las urnas, hasta doce formaciones políticas aspiran a las elecciones autonómicas en Extremadura, diez en las dos provincias y dos sólo en Cáceres. Están PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas por Extremadura, VOX, Levanta Extremadura, Juntos por Extremadura, Extremeñistas, ‘Una Extremadura Digna’ y ‘Por un Mundo más justo’ en Cáceres y Badajoz y ‘Cáceres Viva’ y ‘Somos Cáceres’ solo en Cáceres. Pueden alcanzar el gobierno el PSOE o el PP, pero en el resto arañar un solo escaño podría reportarles una legislatura de éxito si uno de los grandes requiere de su apoyo. Solo tienen que alcanzar el escalón del 5% de los votos y entrar en el reparto de diputados, una montaña muy empinada para partidos que no tienen implantación territorial. Aún así, merece la pena intentarlo y, de hecho, según las encuestas, tanto Unidas por Extremadura como Vox tienen muchas posibilidades de obtener un buen resultado.

A nivel municipal y en las principales ciudades, ocurre otro tanto de lo mismo. En Cáceres y Badajoz concurren hasta diez candidaturas; en Mérida ocho y en Plasencia siete. Demasiados concejales en juego para conformar un gobierno estable de cuatro años. Solo hay que recordar lo que pasó en Badajoz en las pasadas elecciones donde se llegó a conformar un gobierno de dos años cada uno entre el PP y Ciudadanos quitándole Moraga la alcaldía al PSOE. El partido naranja usó sus 4 ediles para gobernar en un pleno municipal de 27 concejales, pero en Cáceres se podía haber seguido este mismo modelo pero no se alcanzó un acuerdo y tanto el PP como Ciudadanos se fueron a la oposición dejando al PSOE que gobernase en minoría.

En la coyuntura actual, Plasencia y Mérida parecen encaminadas a una mayoría más amplia del PP y del PSOE respectivamente, pero Badajoz y Cáceres presentan un escenario más abierto y ahí caben distintas opciones donde los partidos minoritarios podrían tener una oportunidad. Sus respectivos candidatos saben que su éxito, de darse, sería muy breve y su apuesta demasiado arriesgada. No en vano pueden pasar de todo a nada en una sola noche. Sin embargo, solo tener en mente la posibilidad de influir y determinar quién va a coger el bastón de mando de la ciudad ya les merece la pena. Créanme que sí.

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