El Periódico Extremadura

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Saturnino Acosta

Encerado y clarión

Saturnino Acosta

Fue un 23 de julio

Pensarán que es casualidad, posiblemente, y aunque nunca se celebró unas elecciones en julio, aunque sí en junio, lo cierto es que allá por 1986, precisamente un 23 de julio, Felipe González, al que muchos recordarán, fue investido presidente del Gobierno de España, eso sí con 184 votos, todos del PSOE.

"Qué tiempos aquellos ochenta, cuando uno sabía a quién votaba y, sobre todo, quién gobernaba

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Por consecuencia, más que por sorpresa, el próximo 23 de julio volveremos a los colegios, no para aprender, en principio, ni por castigo, o eso quiero pensar como ciudadano de a pie, sino para votar y así volver a designar candidato a ser investido presidente o presidenta de nuestro Gobierno de España, siempre y cuando los poco agraciados con los sorteos de mesa electoral no desfallezcan ante el calor que en nuestras aulas hará un 23 de julio, entonces entenderán el porqué de urgentemente acondicionar térmicamente nuestras aulas.

Al calor sofocante que tendrán que padecer los elegidos, se va a sumar, con minúsculas, que con mayúscula a día de hoy pueden ser hasta los afinadores de piano, la ingente cantidad de opciones y candidaturas que pudieran concurrir a ser investidos o investidas, y no solo por las siglas, por las afluencias que concurran en ellas. Si en las últimas autonómicas podía haber hasta diez opciones, y muchas de ellas con más de cuatro o cinco afluencias cada una, imagínense las que pudieran salir de aquí a diez días. Todo ello sin contar la conformación de las listas, que si de número dos, de tres o de relleno. Ayer sin ir más lejos y también por consecuencia que no por sorpresa, otra candidatura nueva saltó a la palestra. 

El problema más allá de fastidiar las vacaciones a muchos españoles o de complicar el voto a aquellos que se encuentren de vacaciones, en Honolulu o en el pueblo, o en su defecto que se te obligue a estar doce días de julio en tu domicilio para recibir el voto por correo, es que uno ya no sabe a quién vota, no por la papeleta, por el elegido o elegida a ser investido o investida, según decida al que diste tu confianza, que puede ser que no sólo no sea el elegido o elegida por ti, incluso que sea al que nunca votarías.

Más curioso aún es que algunos pidan unión pero sin querer unirse, a sabiendas que lo que están pidiendo es el voto de otros para sí mismos, aunque más inverosímil es que éstos abanderen la propuesta, pues eso oiga, se hace después de celebradas las elecciones, pero nunca antes, porque es pedirle a los tuyos el voto para otro u otra.

En fin, lo único seguro a día de hoy es que el 23 de julio nos toca votar y que cada cual vote a quien considere, faltaría más, para eso es la democracia, para que el pueblo decida y a los demócratas de verdad para respetar la voluntad del pueblo, les guste más o les guste menos, pero lo que sería además de incongruente, peligroso, es proclamar la soberanía del pueblo y no respetar sus decisiones, sus opiniones o sus deseos, porque no se puede mantener por mucho tiempo ni a la ciudadanía ni a la democracia, en el filo de la navaja, a ver si cae del lado de mi barba, aunque la barba sea con postizos de las barbas de otras caras y ni se me reconozca.

Qué tiempos aquellos ochenta, cuando uno sabía a quién votaba, y sobre todo quién gobernaba, independientemente del elegido o elegida, o del partido o partida. 

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