Opinión | desde el umbral

María, la presidenta

A Guardiola la minusvaloraron, como muchos han hecho con Ayuso desde su primera campaña como candidata

Algunos líderes políticos se negaron hasta a pronunciar su nombre en un gesto nada respetuoso, poco caballeroso y altamente contaminado por el machismo, el clasismo, el elitismo y la soberbia. La minusvaloraron, como muchos han hecho con Ayuso desde su primera campaña como candidata. Y todo porque no soportan ver a mujeres inteligentes, preparadas y valientes rompiendo moldes y derribando complejos y tabúes. Dio un primer taconazo sobre el tablao de la política extremeña el pasado 28 de mayo. Y es seguro que será sólo el primero de otros muchos. Aunque en algunas cúpulas políticas y en ciertas terminales mediáticas se empeñen en obstaculizar su llegada al conventual de la plaza del Rastro en Mérida, la conquista del poder es ya inevitable. Somos mayoría los extremeños que hemos manifestado nuestra voluntad de cambio, marcando un nuevo rumbo para que esta tierra y sus gentes puedan tener posibilidades reales de escapar del círculo vicioso de pobreza, paro, despoblación, asfixia burocrática, sectarismo y falta de oportunidades en que llevan encorsetándola los socialistas desde hace décadas. La líder del PP extremeño, María Guardiola, ha obrado el milagro demoscópico y conseguido hacer factible lo que, desde todo punto de vista, se perfilaba como un reto harto complicado en una tierra como la nuestra, donde el centro y la derecha se presentaban fragmentados y la hegemonía socialista de siempre apenas se esfumó durante un breve paréntesis de 4 años.

De modo que, por mucho que se mareé la perdiz en ese teatro de la política que se disloca especialmente durante el tiempo de la negociaciones, María será presidenta. Más antagonismo que se presuponía entre el PP de Monago y la IU de Escobar no habrá entre el PP de Guardiola y el VOX de Gordillo. Ahora, hacen falta grandes dosis de liderazgo, serenidad, templanza, capacidad de diálogo y disposición para el pacto. Sobran el ruido, las tutelas, el maximalismo, la falta de discreción y las ocurrencias, vengan de donde vengan. Si se piensa en Extremadura y en el dictamen de los extremeños, tiene que haber algún tipo de acuerdo entre quienes han de liderar el cambio y quienes pueden posibilitarlo. Los detalles del compromiso, sean cuales sean, han de escribirlos quienes lo protagonizarán.

Cada cual ha de ser consciente del apoyo popular con que cuenta, del reparto de fuerzas, de lo que representa, lo que necesita y a lo que puede aspirar. No se puede decir que será fácil, porque probablemente no lo será. Pero si hay voluntad, las diferencias se diluirán y lo esencial primará. A Guardiola van a tratar de agotarla con la cizaña y el enredo, con tuits, titulares y declaraciones descontextualizadas. Pero no lo conseguirán. Porque ya ha hecho lo más difícil. Y no cabe duda de que todos esos que la menospreciaron no pronunciando su nombre, ahora lo tendrán más fácil si no quieren llamarla María. No hará falta que se compliquen recurriendo a piruetas dialécticas. Con que la llamen «presidenta» estarán cumpliendo con una penitencia que se han ganado a pulso.

* Diplomado en Magisterio

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