El Periódico Extremadura

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Daniel Salgado

Es decir

Daniel Salgado

El titular, de Guardiola

No podía ser verdad la declaración de María Guardiola para justificar el pacto con Vox: «Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños». Y, como no podía ser verdad, solo el periodismo, esa canallesca, fue capaz de publicar la noticia usando la declaración como titular, el cual vincula el pacto (de facto, ay) a la razón por la que Guardiola ha perdido la coherencia, y viceversa. Pero el periodismo todo, o sea, de abajo arriba: desde el periodismo de salón, tal que Ana Rosa, Susana Grisso, Joaquín Prats o el Ferreras (con respeto, eh, como se dice el Alighieri), hasta el periodismo de impresión: este periódico, sin ir más lejos, El País, La Vanguardia, El Mundo, todos.

En defensa de Guardiola no cabe atribuir condescendencia a su declaración. Es decir, no estuvo condescendiente con los extremeños cuando hubo de justificar el pacto, no estaba diciéndoles que pactaba o accedía a pactar por ellos, por su futuro, y en contra de su voluntad (¡no en contra de su palabra, por Dios!). Es cierto que si hubiera dimitido en ese momento, cualquier extremeño habría jurado e incluso juramentado que lo hacía por su futuro, el cual anteponía a sí misma, a sus ideas y promesas, por considerarlo más importante. Pero dimitir en España sí que es incoherencia. Además, ¿cómo iba a dimitir quien podía presidir Extremadura (bueno, la Junta de Extremadura, que no es lo mismo) siendo mujer y siendo del PP, o sea, por primera vez, mujer y de derechas?

El problema son los tópicos. Bien está el tópico de que los políticos, cuando no saben resolver sus problemas (y, nota bene, se les paga para que resuelvan los de los demás), acostumbran a endilgárselos a los ciudadanos para que los solucionen (a punto ha estado de ocurrir con Guardiola, precisamente: «Si hay que ir de nuevo a elecciones, iremos»), pero el tópico del político condescendiente no es tan obvio. No obstante, son condescendientes solo en periodos electorales y, desde luego, nunca para responsabilizar a los ciudadanos de que si cambian de opinión, un suponer, o si pactan con los que hasta el día antes decían que jamás pactarían, caso Guardiola, lo hacen solo por su bien, por el bien de los ciudadanos, que es lo que parecería haber hecho Guardiola, si se entiende su declaración como parece que debe entenderse, o sea: accedo a formar gobierno con Vox por hacer un favor a los extremeños, ya que su futuro es más importante que mi palabra.

De acuerdo: eso es condescendencia, que la RAE define como «aceptar o tolerar con suficiencia y desdén». Y podrá decirse que en el pecado llevará la penitencia, ya que Guardiola tendrá que aceptar lo que Vox decida y gestione sobre lo que más abunda en Extremadura, lo rural y lo agrícola (consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural), así como tolerar que se diga que la violencia machista no existe, que los inmigrantes vienen a robar y a quitar el trabajo a los españoles, o que el colectivo LGTBI es una cosa de bolleras, maricones y travestidos. Pero es mejor que haya sido condescendiente con los extremeños a la hora de anunciar el pacto antes que saber qué pensaba acerca del futuro de los extremeños y de su coherencia antes del pacto, porque si dice que ha pactado porque el futuro de los extremeños es más importante que su coherencia, la pregunta es obligada: ¿acaso no pensaba lo mismo antes de pactar?, ¿acaso pensaba que más importante que el futuro de los extremeños era su coherencia?

El periodismo, con la declaración de Guardiola como titular, no aclara si la coherencia perdida de Guardiola es la causa del pacto o si el pacto es la causa de la pérdida de coherencia. Ni tiene por qué, el titular.

*Funcionario

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