El Periódico Extremadura

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Daniel Salgado

Es decir

Daniel Salgado

Gamarra y Alegría

Cuando el miércoles la secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra, declaró que «los únicos países en los que no se reconoce a quien gana las elecciones son aquellos en los que las elecciones no son precisamente transparentes», no estaba cuestionando el proceso electoral para justificar la posibilidad de que el Partido Popular no pueda gobernar aunque haya ganado las elecciones: en primer lugar, porque el Partido Popular ha ganado las elecciones, precisamente, lo que significaría que sería el primer sospechoso con respecto a la supuesta falta de transparencia, ya que la falta de transparencia normalmente la denuncia la parte perjudicada, o sea, el que pierde, y, en segundo lugar, porque estaría sugiriendo no solo que otro presidente del gobierno que no sea Alberto Núñez Feijóo sería un presidente ilegítimo, sino también (y esto lo dijo Donald Trump el 6 de enero de 2021) que «cuando pillas a alguien en un fraude estás autorizado a cambiar las reglas del juego». (Ojo. No se malinterprete. Se trata de una hipótesis de semejanza a partir de la declaración de la dirigente Gamarra y de estas dos frases de Trump: «Tendréis un presidente ilegítimo, y no podemos permitirlo», «Cuando se pilla a alguien haciendo fraude estás autorizado a cambiar las reglas del juego»).

Cuando el viernes la ministra de Educación, Pilar Alegría, recordó en un vídeo el artículo 99 de la Constitución y subrayó las palabras «democracia parlamentaria», no estaba haciendo un ejercicio de pedagogía política para informar a los ciudadanos de que el Partido Socialista puede seguir gobernando aunque haya perdido las elecciones: en primer lugar, porque sería del mal gusto suponer que los ciudadanos no conocen la Constitución y, puesto que se refería específicamente al artículo 99, tampoco conocen el sistema político que rige en España, y, en segundo lugar, porque era un vídeo del partido destinado a las redes sociales, es decir, a los socialistas que siguen en las redes a sus dirigentes con el fin de (y esto lo decía Raoul Frary en 1844), «que les hagan llegar nuevos motivos para complacerse en su propia opinión». (Un momento. No se puede dejar la frase así: queda coja y sin sentido, hoy y en 1844. Aunque citada de memoria, la frase completa de Frary está en su libro Manual del pedagogo y es: «El hombre que abre un periódico, el ciudadano que asiste a un mitin no pide más que una cosa: que se le hagan llegar nuevos motivos para complacerse en su propia opinión»).

De vuelta a la dirigente Gamarra, ¿sería mucho deducir que lo que quiso decir es que el Partido Socialista no reconoce que sus pactos con todo el que quiera y a cambio de lo que quiera no son para evitar que el Partido Popular gobierne, como dice, sino porque lo ordena Pedro Sánchez para sí mismo, escudándose en la palabra «progresista» y en la coartada de frenar a la derecha, también ultra? Mucho. Sobre todo, porque se limitó a afearles a los dirigentes del Partido Socialista su infantilismo por no admitir la derrota (o, en jerga infantil, por no saber perder), al afirmar que «el Partido Socialista aún no ha felicitado al Partido Popular por su victoria electoral».

Y, de vuelta a la ministra Alegría, ¿sería mucho disimular que no le restregó al Partido Popular que la victoria electoral no le va a servir de nada para formar gobierno porque en España la formación de gobiernos se rige precisamente por ese artículo 99 de la Constitución y, por lo tanto, los gobiernos los forman las sumas parlamentarias? Mucho. Sobre todo porque se burló de los dirigentes del Partido Popular al emplazarlos a que «en estos días veraniegos aprovechen el tiempo y lean la Constitución, especialmente su artículo 99 en el que se habla de la democracia parlamentaria».

*Funcionario

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