Ayer viernes se presentó en la Biblioteca Municipal de Cabeza del Buey la reedición de Gavroche en el parapeto (trincheras de España), que escribieron conjuntamente Antonio Otero Seco y Elías Palma, y que, publicado originalmente a principios de 1937, fue la primera novela sobre la guerra civil publicada en la zona republicana. El acto contó con la presencia de Antonio Otero San José, hijo del autor oriundo de Cabeza del Buey, Nazaret Serrano Simancas, profesora e investigadora caputbovense que, antes desde Cáceres y ahora desde su pueblo natal, ha llevado a cabo una amplia labor de difusión de la obra de Otero Seco, y José María Gómez Valero, poeta y editor de Libros de la Herida, la editorial que está llevando a cabo el proyecto de recuperar la obra de un escritor al que el exilio condenó al olvido en su patria.
Seguramente la presentación en su localidad natal sea la más emotiva de una pequeña gira de presentaciones que recorrerá las ciudades que fueron más importantes en la vida de Otero Seco, antes de marchar a su destierro francés, primero en París y después en Rennes, en cuya universidad ejercería la docencia, a la vez que desempeñaba un importante papel de difusor de la literatura española desde las páginas de Le Monde. Esta gira, para la que su hijo Antonio vino desde Francia (su otro hijo, Mariano, con el que tuve correspondencia, falleció sin poder ver el arranque del proyecto de edición de las obras de su padre a cargo de Libros de la Herida), arrancó este pasado jueves con la presentación de la novela en Sevilla, en cuya universidad Otero Seco cursó estudios de Derecho y Filosofía y Letras, y continuará este lunes en la Universidad Complutense de Madrid, donde el autor extremeño se doctoró, aparte de consolidar una carrera periodística que había comenzado en Badajoz, colaborando en la variopinta prensa regional de la época, sobre todo en Nuevo Diario de Badajoz, Correo Extremeño o La Libertad. Precisamente en la capital pacense será la última presentación de la novela, el martes 26, a las 20 h, en el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Gracias a Libros de la Herida se pone a disposición de los lectores una novela hasta ahora casi inaccesible (en mi caso la leí, no me quedó otra, en los pupitres de la Biblioteca Nacional de Madrid, hace muchos años) y que se ha editado con el mayor cuidado estético y filológico, con una hermosa composición de portada y un prólogo de Luis A. Esteve y Gemma Mañá, quienes fueron los primeros en llamar la atención sobre esta novela, en un libro fundamental, La voz de los náufragos. La narrativa republicana entre 1936 y 1939 (1997).
Gavroche en el parapeto, se dice en una aclaración preliminar de los autores, “no es un reportaje ni una novela. Para lo primero le sobra intimidad; para lo segundo le falta fantasía”. Y es cierto que en su estilo tiene mucho en común con las brillantes crónicas de guerra que escribió Otero Seco, a veces bajo el seudónimo de Antonio de la Serena, en homenaje a su comarca. El nombre de Gavroche, que en este libro es el apodo de uno de los protagonistas, remite a un célebre personaje de Los miserables, de Víctor Hugo, y en la novela simboliza a muchos otros héroes anónimos de ese pueblo de Madrid que resistió durante casi tres años a las tropas fascistas.
El libro resalta el nocivo papel de la Iglesia en aquella guerra y contiene capítulos duros, como el de “La maestrita violada” o “El hijo muerto y su madre”. Hoy es más necesario que nunca recordar aquellos hechos, y no digamos en nuestra tierra, gobernada ahora por quienes se han propuesto derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura, y con ello enterrar una vez más, con una capa de olvido, la memoria de las víctimas.
*Escritor