El Periódico Extremadura

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Mercedes Barona

Con permiso de mi padre

Mercedes Barona

Periodista

No hay equidistancias justas

No creo que ser tibio sea digno de alabanza, ni que ser equidistante te haga más civilizado o sabio

Somos lo que decimos y lo que callamos, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, las decisiones que tomamos y las oportunidades que dejamos pasar. Por eso la equidistancia es muy complicada en todos los ámbitos de la vida ya que, incluso cuando preferimos no elegir, estamos de alguna manera eligiendo. Y más en estos días en que, de manera inmediata, todo se politiza y se mete en la lista de conmigo o contra mí.

No creo que ser tibio sea digno de alabanza, ni que ser equidistante te haga más civilizado o sabio: lo deseable es ser prudente hasta tener todos los datos, pero una vez que se conoce la información me parece muy complicado no posicionarse, además de injusto y poco honrado.

Y no les hablo de debates sobre si poner cebolla en la tortilla de patata, ni sobre si llevar calcetines con chanclas. Más bien señalo que en temas que afectan a requisitos esenciales de la convivencia, (ya no digamos asuntos de vida o muerte), no vale encogerse de hombros y decir «yo paso».

Pues lo mismo ocurre con el tema de la independencia que pretenden algunas comunidades autónomas en España: no se trata de mirar a otra parte y pensar que allá ellos, porque es un tema que nos afecta a todos los españoles. Y lo mismo sucede con la despreciable iniciativa que cierto «informador» ha puesto en marcha para blanquear a un asesino confeso y condenado, que no se arrepiente en absoluto de sus cobardes crímenes, sino que se recrea orgullosamente en ellos y sin duda volvería a cometerlos si tuviera oportunidad.

Se nos dice que se pretende no juzgar, simplemente mostrar al personaje y sus motivaciones. ¡Como si el informador no se hubiese posicionado desde el momento en que le da palabra y visibilidad al monstruo! Imposible la equidistancia.

Por otra parte, que esa desvergüenza se proyecte y se aplauda en una ciudad que ha padecido especialmente el terror de ETA, en un festival que jamás ha mostrado la menor sensibilidad hacia las víctimas, dice mucho de la podredumbre moral de quienes organizan, justifican y consienten.

Esta columna se titula “Con permiso de mi padre” porque en mi debut en la misma solté un taco gordo que mi progenitor me afeó, y me pidió que llamase al medio para rectificarlo. Era una palabrota justificada, se lo aseguro, pero de ahí nació la broma de que necesito su «imprimatur» para publicar, no sea que se me escape otra. Pues bien, les aseguro que si me hubiese dejado llevar por lo que me pide el cuerpo al hablar del asesino etarra y su vocero blanqueador, la columna de este lunes no habría pasado el filtro paterno desde la primera palabra. Porque en algunas cuestiones no se puede estar de perfil. Ni falta que hace.

 *Periodista 

@merbaronam

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