La mayoría estaremos de acuerdo en que el fútbol en hierba natural es más auténtico, más vistoso, menos lesivo… en una palabra, mejor que el artificial. Pero hasta los más románticos reconocerán que el sintético es la solución para que los más modestos puedan mantener un campo decente.
Es frecuente escuchar o leer que tal o cual equipo se hace fuerte en su campo por sus dimensiones, estado o tipo de superficie. Esta temporada, 9 de los 18 equipos de la Tercera extremeña juegan en hierba natural y los otros 9 en artificial. Todos disputarán la mitad de sus partidos de visitante en superficie distinta a la de su estadio. En la aparente igualdad de condiciones ¿hay diferencias en la adaptación al terreno menos habitual?
En las tres primeras jornadas hubo 48,1% victorias locales, 33,3% empates y 18,5% visitantes. Todo normal. Agrupando los resultados de los partidos según la superficie que tiene en su campo cada contendiente obtenemos:
1. El local y el visitante juegan en natural. 28,6% victorias locales, 42,8% empates y 28,6% victorias visitantes.
2. El local y el visitante juegan en artificial. 42,8% victorias locales, 42,8% empates y 14,3% victorias visitantes.
3. El local juega en natural y el visitante en artificial. 71,4% victorias locales, 14,3% empates y 14,3% victorias visitantes.
4. El local juega en artificial y el visitante en natural. 50% victorias locales, 33,3% empates y 16,7% victorias visitantes.
Podríamos pensar que los campos de césped natural son los de los clubs más potentes, pero hay de todo, aunque es cierto que los 5 triunfos visitantes son de equipos que deberían estar en la parte alta de la clasificación: Coria (2), Don Benito, Moralo y Diocesano.
Con estas premisas y dando por buena la muestra, estas son mis conclusiones:
--El tipo de superficie es clave. El elevado porcentaje de victorias caseras cuando el visitante tiene otra diferente en su feudo, así lo indica.
--Los equipos con campo de césped natural se adaptan mejor al artificial que al contrario. La razón, que casi todos tienen otrosintético a su disposición. Como sería imposible mantener el natural en condiciones decentes si todos los equipos del club lo usaran para entrenar y jugar, tienen acceso a otro artificial, en el que pueden preparar los partidos en el terreno que no es el de su estadio. El que tiene su campo con sintético, solo puede recurrir a desplazarse para entrenar, de forma puntual, a algún campo prestado de verde natural.
-Los equipos con césped natural pierden parte de la ventaja si el visitante también tiene su campo de la misma superficie. Es habitual que, por reservarlo, no puedan entrenar todo lo que quisieran en su estadio, sobre todo, cuando la meteorología es adversa. Pierden así parte de esas circunstancias que se interiorizan cuando se juega en el mismo lugar donde se entrena, como referencias, dimensiones o el bote del balón.
Aunque a veces pueda parecer una ventaja, a nadie perjudica más un mal campo que al equipo local, porque lo sufre, al menos, cada 15 días. Luego ya queda al gusto del consumidor si prefiere hierba natural en mal estado o sintética. Eso sí, la ventaja de jugar en casa que no se pierde, salvo circunstancias especiales, es la de tener a la mayoría de la afición a favor.
Y como el fútbol no entiende de fórmulas ni de teorías, al final, el que es bueno jugando, es bueno en hierba, en tierra, en plástico o entre hoyos y piedras, como en el Altozano, donde yo jugaba de niño y donde, por cierto, nunca nos hicimos ni un leve esguince. H