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Opinión

Olímpicos extremeños: el espejo que refleja el futuro de la región

Los medallistas de deportes menos multitudinarios son el ejemplo perfecto para que los más jóvenes aprendan a gestionar el éxito, pero también los momentos de fracaso

Alvaro Martin celebra su victoria junto a la Torre Eiffel durante los Juegos Olímpicos de París.

Alvaro Martin celebra su victoria junto a la Torre Eiffel durante los Juegos Olímpicos de París.

Durante estos días de gloria olímpica que culminan este domingo, millones de personas han seguido, al borde de la adicción, la competición de deportes que aún están lejos de las masas que siguen, sobre todo, al mundo del fútbol, viviendo sus hazañas y llorando sus decepciones. Podría decirse que, si el balompié levanta pasiones, otras disciplinas mueven corazones. Para muestra, las palabras de Álvaro Martín, el extremeño ya leyenda de la marcha atlética, que consiguió que España se estrenara en el medallero con una presea de bronce en la prueba de 20 kilómetros y el oro junto a la granadina María Pérez en la modalidad mixta de relevos. El de Llerena es también campeón de Europa y del mundo en marcha, pero tan enorme palmarés era conocido por muchas menos personas que las multitudes que acompañaron la presentación de Mbappé en el Real Madrid, por poner un ejemplo rutilante.

Álvaro Martín y Mbappé pueden compartir un origen modesto, pero la consideración social encumbra más a los astros que relucen en un mundo de dinero y negocios como el fútbol. A cambio, el de Álvaro puede parecer una gloria más asequible para muchos que, como él, entrenan desde niños con un sueño olímpico en la cabeza que con esfuerzo y coraje puede cumplirse. «Siempre me he dicho que soy un tío muy normal, de un pueblo de 6.000 habitantes del sur de Extremadura. ¡Y pensar que puedes ganar una medalla olímpica es todo un sueño! Y también esperanzador para otros». Fueron sus emocionadas palabras tras esa primera medalla para España, que representa el triunfo de los ‘modestos’, cuyas élites orbitan lejos del universo de los deportes masivos. Solo durante las grandes citas, como los Juegos Olímpicos, los ojos del mundo se depositan en los deportistas cuyas vidas tienen menos relumbrón en el papel couché, pero son igual de valiosas por las lecciones que ofrecen a los espectadores, sobre todo a los más jóvenes.

El atletismo o el piragüismo, donde también los extremeños siguieron con emoción a la emeritense Estefanía Fernández, han dado grandes éxitos, pero los recursos no son los mismos que en los grandes deportes. En el caso de la escalada, es probable que, antes de ver trepar a Alberto Ginés en busca del podio en Tokio o en París, pocos hubieran reparado en el talento y la fortaleza del jovencísimo cacereño.

El lema olímpico: ‘Citius, Altius, Fortius-Communiter’ ( ‘Más rápido, más alto, más fuerte, juntos’) debería ser también el de la Extremadura que aspira, como sus atletas, a un lugar entre los mejores

Mucho ha cambiado el panorama del deporte de élite en España y no digamos ya en Extremadura, donde era difícil encontrar antes de los años 90 del pasado siglo instalaciones adecuadas que hoy se consideran parte de la oferta básica de ciudades y localidades más pequeñas como piscinas cubiertas o polideportivos. El presupuesto, también el de las comunidades autonómicas, ha ido creciendo. En el caso de Extremadura lo viene haciendo cada año, para pasar de los 15,2 millones de 2013 hasta rebasar los 20 millones en los últimos años. Pero en esto, como en todo, existe una brecha entre territorios con más y menos recursos. Cataluña dedica más de 71 millones al año, Andalucía, 47. En el otro extremo, La Rioja: 8,4 millones de euros. Álvaro Martín comenzó entrenando, como pudo, en su pueblo. Pero tanto él como el resto de los que reunían cualidades para saltar a la competición internacional tuvieron que abandonar su tierra para cumplir esos sueños.

La Junta de Extremadura debe seguir tomándose muy en serio el fomento del deporte, comenzando con el deporte base, cuidando iniciativas como los Juegos Deportivos Extremeños (Judex y Jedes, para deportistas de distintas capacidades), que promueven valores como el juego limpio, la educación y la inclusión. Se trata de cuidar de la salud física y mental. Promover la práctica del deporte como un servicio básico más es poner en práctica políticas activas para la mejora de la salud, tanto de los jóvenes, absorbidos por un sedentarismo que se traduce en unos índices de obesidad que preocupan cada vez más a los pediatras, como de los más mayores, puesto que el ejercicio físico sigue demostrándose como herramienta de prevención del deterioro cognitivo. No se trata tanto de perseguir mejorar la presencia de deportistas en las élites, que también, sino de la prevención, que es inversión a largo plazo en salud mental y física de los ciudadanos.

Frente a la desaparición de otras referencias, bien pueden los deportes modestos ejercer de espejos para las nuevas generaciones, no solo para descubrir que el camino al éxito no es ni rápido ni fácil; también para aprender a gestionar los momentos de gloria y, sobre todo, las caídas, donde lo que cuenta es las veces que te levantas a por otra oportunidad. El lema olímpico: ‘Citius, Altius, Fortius-Communiter’ ( ‘Más rápido, más alto, más fuerte, juntos’) debería ser también el de la Extremadura que aspira, como sus atletas, a un lugar entre los mejores.

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