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Opinión | Zona Zero

Cuando el swing es para todos

Los conciertos de la Orquesta de Extremadura y Sing Ton Ni Song acercan al gran público un género complicado gracias a un espectáculo muy participativo

Swing Ton Ni Song:  Juanlu González (saxo) Gonzalo Barrera (guitarra) Luis Sanz (contrabajo) Rafa Huertas (batería) Aurora Samino (voz).

Swing Ton Ni Song: Juanlu González (saxo) Gonzalo Barrera (guitarra) Luis Sanz (contrabajo) Rafa Huertas (batería) Aurora Samino (voz). / EL PERIÓDICO

El periodista y músico Fernando Argenta estuvo 32 años en Radio Nacional de España presentando el programa Clásicos Populares y también presentó en TVE el programa El conciertazo, dirigido a los niños especialmente. El pasado viernes, en el Palacio de Congresos de Cáceres, viendo y escuchando a la Orquesta de Extremadura con Swing Ton Ni Song, y viceversa, pensé en lo importante que es hacer accesible a todo el público géneros como el swing. Siempre he considerado que la música de las radiofórmulas y radios convencionales deja al que lo escucha medio tarumba. Muchos jóvenes oyen rap, trap, reguetón y otras zarandajas que son, en realidad, productos comerciales de consumo rápido.

Puede que el swing con su cadencia oscilante y su sabor jazz sea una música que resulte lejana para muchos. Sus orígenes en los años 20 y su carácter marginal durante algunas décadas lo convierten en un género difícil. Lo que han conseguido la Orquesta de Extremadura y Swing Ton Ni Song es digno de consideración: hacen que el público disfrute de un estilo que requiere gran comprensión musical. Me alegró sobremanera que en el público el viernes hubiera muchos niños y jóvenes. Sin duda es síntoma de que no todo está perdido. Fue un concierto participativo y ahí reside el éxito del show. Entre banda y público se establecen lazos de complicidad. A Noemí Pasquina en la dirección y los miembros de la OEX se les ve disfrutando, alejados del encorsetamiento de las piezas clásicas. Especial mención merecen los arreglos, un gran trabajo de Enrique Tejado. La hora larga de concierto fue un gran homenaje a clásicos de Gershwin, Barbarin o Creamer. Lo dicho, una exquisitez musical que debe repetirse más veces, en este mucho de pantallas y experiencia digital de la realidad.

Estoy convencido de que los chavales que asistieron al concierto son mucho más felices hoy que si hubieran estado este tiempo manipulando sus móviles o escuchando música generada por inteligencia artificial. 

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