Opinión | Extremadura desde el foro

Indicios

Sánchez sabe navegar las aguas turbulentas con el valor del temerario

García Ortiz

García Ortiz

Que Begoña Gómez decida solo declarar frente a su defensa responde únicamente a una estrategia procesal. No habría que subrayarlo, pero sobra decir que es una decisión legítima y sin implicación alguna sobre el fondo del asunto. Ni es ni puede derivarse una admisión de culpabilidad. Ni siquiera, claro, supone un indicio.

Que el fiscal general Ortiz no tenga un solo mensaje en esa aplicación que todos usamos durante seis días, enteritos, es cuando menos extraño. Más allá de las declaraciones de otros compañeros sobre un posible borrado, convendremos que la inexistencia de todo mensaje (ni un triste hola a un amigo, ni un breve saludo a la familia) roza la incredulidad. Algo, por supuesto, que no ha dejado satisfecho a un instructor que ha solicitado continuar la investigación sobre éste y otros dispositivos del servidor público en su lucha por esclarecer los hechos. Tan prematuro sería convertir esta sospecha en un sólido indicio como criticar a un juez que sigue una aplastante lógica indagatoria (que no prospectiva, como ya apuntan los aduladores del emperador).

Para Sánchez, en cambio, todo está claro. Nítido. Por eso se ha lanzado esta semana a la reivindicación de su fiscal general diciendo que el informe de la UCO afirma que no hay mensajes sobre el asunto investigado. El matiz de que no es que no haya sobre el tema en cuestión, sino de ningún tipo, parece estorbarle

Para Sánchez, en cambio, todo está claro. Nítido. Por eso se ha lanzado esta semana a la reivindicación de su fiscal general diciendo que el informe de la UCO afirma que no hay mensajes sobre el asunto investigado. El matiz de que no es que no haya sobre el tema en cuestión, sino de ningún tipo, parece estorbarle. Tampoco ha tenido reparo en asegurar que no vio el famoso correo/mensaje sobre el entonces pareja de su rival político, pese a la consistente evidencia de que se paseó por Moncloa antes de ser público. Tampoco conocía de las reuniones (incluso suyas) de su partido o esposa con el ‘conseguidor’ Aldama.

Veremos donde deja la hemeroteca estas declaraciones del presidente; aunque en su honor hay que decir que nunca se ha mostrado esclavo de sí mismo ni de la coherencia y que sabe navegar las aguas turbulentas con el valor del temerario. Lo que sí son estas tomas de posición es un indicio en sí mismo.

Sánchez cree a Ortiz a pies juntillas, como lo hace con Begoña, porque es él mismo. Cuando descaradamente solicita inclemente el perdón general y popular para Ortiz («¿Quién va a pedir disculpas ahora?»), con el procedimiento aún en marcha, prepara al terreno ante un eventual revolcón judicial. Un indicio de lo que está por venir.

Viene, de nuevo, la victimización, la invocación de un lawfare en todo regla, y la reapertura de una campaña contra el estamento judicial, que será tachado de conservador y conspirador contra el poder político. Prepara Sánchez su juicio paralelo, el de las calles, y por ello se brinda un «ya os lo dije» de libro.

Ocurre que la falsa pretensión de posesión de la verdad más absoluta, en realidad, destruye toda verdad.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents