Las campanadas

Una no ha visto nunca a Lalachus que, según las crónicas, es una graciosísima que goza de cariño universal por su humor estupendo. Tras un éxito rápido y notable, me he documentado sobre ella y descubierto su espontaneidad sin límites, pues sin pudor relata que en una de las primeras citas con su novio «se me escapó un pedazo de pedo impresionante y me morí de vergüenza» y que él, para demostrarle su amor, «se quedó paralizado, hizo el esfuerzo y se tiró otro». También ha relatado, cuenta el ABC que es mi fuente fidedigna para no soltar bulos, que en su petición de mano «siempre intentamos ser muy cuquis, pero no nos sale bien y al final somos unos pedazo de cutres. Intentó pedirme matrimonio y se rompió el culo». Esta quevedísima contemporánea, junto con Broncano, que por lo visto es un chaval simpatiquísimo, ha arrebatado el trono de las uvas a Pedroche, que, según no sé qué entusiasta de TVE, llevaba un montón de años hipersexualizando el cuerpo femenino y por fin gana la frescura, el talento y unas cuantas mandangas más.

Como las campanadas hay que verlas para tomar las uvas en familia y llenarnos luego de besos masticando a dos carrillos, pusimos Antena 3 porque la 1 nos da dentera. Salió la muchachita y en minutos mutó de menina a adefesio envuelto en lactosa. En busca de lo estrafalario se había hecho un traje de leche materna, que hay que ser enrevesada. Por lo visto su mensaje es también muy cuqui, pero una piensa que le ha salido pedazo de cutre. Entre las dos cadenas se impusieron aunque, si somos cuarenta y tantos millones y no congregaron ni a ocho, o muchísimos españoles pasaron de la ceremonia o los números de las audiencias resbalan. Vieran o no la estampita blasfema de la vaquilla o los 40 pechos manando leche, reina por doquier el mal gusto, la burla fácil de siempre y el despilfarro de cutrez. En las teles más populares y para desprecio o escarnio de la gente normal .Ingenuas como yo, empero, seguiremos añorando no ya una elegancia imposible, sino al menos la simple y siempre gratificante buena educación.